La doble agenda presidencial

México y EE UU han llegado finalmente a un acuerdo en lo que respecta al Tratado de Libre Comercio. A pesar de que Donald Trump ha asegurado que el nombre sufrirá un cambio, lo cierto es que ambas administraciones, y a la espera de Canadá, consiguieron estrechar manos en lo que ha sido uno de los puntos más controvertidos en la era Trump. Las felicitaciones y agradecimientos entre los mandatarios de ambas naciones no tardaron.

Sin embargo, el verbo nacionalista del magnate presidente tampoco tardó en llegar y a tan solo horas de sellar el complicado acuerdo, reafirmó: «Sí, el muro se pagará muy fácilmente, lo pagará México. En último término lo pagará México». El actual canciller mexicano, Luis Videgaray, respondió de manera determinante en Twitter: «Con Estados Unidos hemos alcanzado un entendimiento comercial, y hoy hay perspectivas alentadoras para la relación entre ambos países. Lo que simplemente NUNCA va a suceder es que México pague por un muro. Eso nunca ha estado a discusión».

Por su parte, la respuesta de Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de México, ha sido la correcta: el silencio. Mientras su futuro canciller, Marcelo Ebrard, aclaraba ante los medios que «ni aceptarán participación ni pagarán por el muro», el líder populista mexicano ha decidido el silencio como medida para mantener la relación cordial entre ambos gobiernos, el que lidera Trump y el que comienza él el 1 de diciembre.

Trump está respondiendo a las dos agendas más importantes de cualquier primer mandatario: la económica y la política. En este sentido, ha cumplido con la primera calmando a los mercados a través de un nuevo acuerdo comercial con México y también lo ha hecho con la segunda, calmando y alentando a sus seguidores, a su base popular más dura. Esta segunda es vital; en noviembre, EE UU celebra las elecciones al Congreso. Por lo tanto, lo dicho por Trump sobre el muro cobra sentido; Trump –sin duda alguna– ya está en campaña.

Todo parece indicar que el muro se va a construir. Sin embargo, será lo suficientemente pequeño para mantener un intercambio y una relación cordial, y lo suficientemente grande y majestuoso –por lo menos en términos discursivos– como para alegrar y legitimarse ante sus votantes, sobre todo los de zonas rurales y que están a la expectativa del muro.

La ambigüedad de Trump ha sido y será con toda seguridad una constante en su retórica nacionalista y populista. No cabe duda de que el líder norteamericano aplicará las medidas más pragmáticas con el propósito de mantener y aumentar los buenos índices económicos que sigue registrado su país. Sabe perfectamente que necesita de México, sabe que le conviene conseguir un aliado en lo que respecta a la próxima Administración azteca. Por lo tanto, esa aparente contradicción no será tal y terminará por complacer y cumplir con sus dos agendas más importantes: la económica y la política.

Fuente: La Razón

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