La emergencia invisible al otro lado del muro

El muro del presidente estadounidense Donald Trump está un poco más cerca de hacerse realidad. El líder republicano declaró el estado de emergencia nacional en la frontera para liberar 8.000 millones de dólares con los que levantar la gran promesa de campaña que le llevó a la Casa Blanca hace ya dos años. La gran duda que sobreviene, si finalmente consigue llevar a cabo sus planes, es la efectividad que el muro tendría para acabar con la «invasión de drogas, tráfico de personas, criminales y bandas» procedente de México a la que Trump volvió a recurrir este viernes. También quedan en el aire los efectos que una política fronteriza tan agresiva tendría con su vecino del sur.

La gran pregunta es si el muro sería efectivo para neutralizar las múltiples amenazas que, según el presidente, se cuelan desde México. Para Trump la situación en la frontera es crítica y requiere una respuesta extraordinaria aunque en ningún momento ha ofrecido datos sólidos que apoyen sus afirmaciones.

El tráfico ilegal de drogas se ha puesto en el centro del discurso frente a la invasión migratoria, aunque muchos analistas insisten en que ésta no es la solución para frenarlo. Las drogas entran a través de múltiples vías que no pueden detenerse con el levantamiento de un muro. Las principales fórmulas que utilizan en la actualidad los cárteles de la droga en México son el mar a través de una embarcación de recreo o submarinos, pero también bajo tierra con la excavación de túneles o por aire con los drones. Igual de limitadas parecen las capacidades de la gran muralla para detener un flujo migratorio que a día de hoy sigue una dinámica decreciente. «El número de personas detenidas y deportadas tras cruzar la frontera se ha reducido en los últimos años de un millón y medio a 400.000, datos que demuestran que no existe una emergencia nacional», explica a LA RAZÓN, Sergio Escamilla, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Iberoamericana. «La migración se ha desalentado por el refuerzo de la seguridad fronteriza y el rechazo de parte de la población a los migrantes; no ha sido necesario el muro de Trump».

Un día después de la declaración de emergencia del presidente norteamericano su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), guardaba silencio. Desde la Secretaría de Relaciones Exteriores afirmaron a este periódico que el jefe del Estado no tenía previsto realizar ningún comunicado al respecto. Para Escamilla, el Gobierno mexicano «ha sido muy cauto y ha sabido manejar el estilo amenazante de Trump». Y añade que desde su llegada se ha producido al menos un cambio significativo: «No hay mucho que pueda hacer, pero al menos ya no se habla de que México debe pagar el muro».

Sorprendentemente, AMLO, que ganó las elecciones el pasado verano, ha mantenido también un tono suave hacia su vecino del norte. En la conferencia del viernes en los jardines de la Casa Blanca, Trump volvió a elogiar a López Obrador por ayudar a frenar «las monstruosas caravanas» de migrantes centroamericanos que desde el pasado otoño buscan llegar a Estados Unidos; formadas en gran parte por mujeres y niños que huyen de la pobreza y la violencia.

México ha hecho importantes concesiones en materia migratoria, la principal, que solicitantes de asilo en Estados Unidos puedan esperar en suelo mexicano la resolución de su caso. A cambio ha conseguido que la Administración Trump aumente los fondos para el desarrollo en Centroamérica y el sur de México con el objetivo de frenar la migración (35.600 millones de dólares entre ambos países). Con o sin muro, los expertos advierten de que la relación bilateral en materia migratoria avanzará en estos términos. Trump aún tendrá que librar una dura batalla legal para hacer efectivo el estado de emergencia, conseguir los 8.000 millones de dólares y levantar unos 380 kilómetros de barda de acero (la frontera que separa los dos países mide más de 3.000 kilómetros), con los demócratas en pie de guerra.

Fuente: La Razón

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