El artista setabense, tres veces ganador de la Especial, es el gran protagonista en la jornada grande de la ‘Festa per a tots’, a la que acuden miles de personas para ver las maquetas falleras
[wp_ad_camp_2]»Todo lo que soy es gracias a él. Mis mejores recuerdos son en su taller. Homenajearle es poco». Lo dice Paco Giner. «Artista con todas las letras», dice José Gallego. «Con él hay un antes y un después. Hacen falta referentes como él, que fue capaz de plantar una falla en japón», palabra de Pere Baenas. «La escuela y el ejemplo» según Mario Pérez. «Gracias por la herencia que deja y más en épocas tan duras» asegura Vicente Martínez Aparici.»Estoy orgulloso de haber compartido momentos con él y fallas como la del Tirant», recuerda Vicente Llácer. «Compartí calle durante años en la Ciudad del Artista Fallero. Sigue viniendo y cuando pasan dos días, lo echas en falta», según Manuel Algarra.
Y así todos los artistas de la Federación de Sección Especial fueron desgranando algunos aspectos, con mucho sentimiento, sobre la figura que, en el día de ayer, se revalorizó en lo que, tal como se dijo, fue «saldar la deuda que tiene la ciudad con los artistas falleros y que la Federación está dispuesta a hacer». Cada año se reconocerá la trayectoria de un artista. Martínez Mollà no es el decano de la categoría (honor que ostenta Vicente Luna), pero a los «setenta y muchos» años, el artista setabense acredita suficientes pergaminos como para que su legado se refuerce. Tres primeros premios en la categoría (1973, 1977 y 1978) y un total de 22 obras, repartidas entre Bailén-Xàtiva, Convento Jerusalén, Exposición, Fernando el Católico-Ángel Guimerá, Mercado Central, Merced, Na Jordana, Avenida del Oeste y la plaza del Pilar. Algún ninot indultado, varias fallas municipales emblemáticas (Tirant, Carmen, Victoria de Samotracia, David, de Miguel Ángel…), una falla plantada en Japón (una réplica de Carmen) y otra retransmitida por televisión a toda Sudamérica (la del Pilar de 1978 en el programa «300 millones»). «No soy de hablar, pero sólo puedo dar las gracias. Me siento muy querido». Apenas le salían las palabras a Mollà quien, como estrella de cine, se hizo fotografías con numerosos asistentes, incluyendo aquellos que le reconocen como maestro (sigue pasando dos veces por semana a impartir charlas a aprendices). Finalizada en 2004 una carrera de cuarenta años, la fiesta cumplió como correspondía con uno de sus emblemas.
Fue el momento más emotivo de una jornada en la que los artistas falleros, en su coloquio anual, reconocieron que este año tendrán un problema añadido: la velocidad a la que cambian las noticias y los acontecimientos. Un problema especialmente para los artistas de fallas grandes. «Es difícil mantener la actualidad porque la locura de los políticos nos va a complicar mucho la vida para montar las escenas», reconocía Paco Giner, artista de Exposición. «Pero habrá que intentar reservar al máximo».
Miles de personas acudieron ayer a Nuevo Centro a contemplar las maquetas y primeros esbozos de las fallas que se plantarán dentro de cinco meses. Todavía queda hasta las siete de la tarde de hoy para contemplarlas y asistir a las amenidades que completan la primera (y la mejor) feria artística de lo que ha de venir.