La Festa de la Mare de Deu d’Agost de Betera

«La Festa Major».

Es conocida como la «Festa de la Mare de Deu d’Agost», «Festa de les Alfàbegues» o «Festes d’Agost».

«Les festes d’Agost» comienzan alrededor del mediodía del veintidós de agosto de cada año, cuando «Obreres» y «Majorals», los protagonistas femeninos y masculinos de la Fiesta, respectivamente, congregados en un pasacalle, llaman a la puerta de las mujeres elegidas, y, entre besos, confeti, aplausos del público que allí se congrega, tracas, música y lágrimas de alegría se hace la entrega de la «butlleta», o papeleta, la ofrenda del título de «Obrera de la Mare de Deu d’Agost». Este acto se realiza cuatro veces y con un orden establecido: primera y segunda “obreras” solteras y primera y segunda casadas. Estas cuatro mujeres representarán durante todo el año a Bétera, y serán las protagonistas de la próxima «Festa de les Alfàbegues».

Desde hace unos veinte años, los «mayorales» del año siguiente también acuden a estos pasacalles y a la entrega de las «butlletes», pues les hace ilusión conocer a las obreras que harán la fiesta con ellos el año siguiente. Cuando son elegidas las obreras, estos mayorales las cogen del brazo, continuando el camino con música, confeti, y cada vez más gente congregada, con el fin de observar este gran espectáculo de sentimientos, emociones y sorpresas. Generalmente, la interesada, o su propia familia, no sabe que va a ser elegida.

Cuando una mujer no acepta la «butlleta», la fiesta se encuentra a falta de obrera o de obreras hasta que se presentan voluntarias. Cuando ya es seguro que se va a hacer la fiesta, un domingo, las otras obreras, los mayorales y la charanga acuden a su casa, simulando el acto de entrega de la «butlleta»; de este modo, el pueblo queda satisfecho porque y tiene las cuatro obreras para la fiesta.

Desde hace unos años, cuando la «butlleta» no es aceptada, las obreras y mayorales vuelven a casa del párroco y confeccionan otra, para poder darla en la misma mañana. Después, para celebrarlo, comen todos juntos e invitan a los miembros del Ayuntamiento.

A las ocho de la tarde se celebra la procesión de despedida de la Virgen y de San Roque. En ella, cada obrera soltera, vestida con el traje de valenciana y la mantilla, y las obreras casadas, con el vestido de «clavariesa» con teja y mantilla, llevan delante a la obrera del año siguiente, a modo de presentación al pueblo delante de la Virgen; por su parte, los mayorales, participan en la procesión ataviados con sus vestidos típicos en los que destaca un gran pañuelo bordado. Al acabar la procesión el párroco nombra a las obreras del siguiente año. La parte religiosa de la fiesta finaliza con un beso a la Virgen. Tanto los mayorales como la corporación municipal, en un ritual muy emotivo, acompañan a las obreras a sus casas, según el orden establecido: primera soltera, primera casada, segunda soltera y segunda casada.

La charanga va tocando por la calle, los mayorales con los cirios encendidos y, detrás, la corporación. Al llegar a casa de cada obrera los mayorales dejan los cirios encendidos en el suelo, en orden y, al son de la música, pasan uno a uno a despedirse de la obrera. Los últimos mayorales en pasar son el tesorero, el secretario y el presidente. Así, con lágrimas, cámaras y aplausos, queda cada obrera en su casa. Los mayorales y la corporación acuden a despedir a su presidente, y los sentimientos de pesar, alegría y cansancio vuelven a aflorar.

A las 23 horas empieza un espectáculo en el recinto de la Alameda y, durante el descanso, se hace la presentación, a todo el público, de las obreras y mayorales del siguiente año. A continuación estalla un castillo de fuegos artificiales y, al acabar el espectáculo, acaban las fiestas para la gente del pueblo, excepto para las obreras y los mayorales que protagonizarán las del próximo año. Estos pasan el año organizando las próximas fiestas, y decidiendo cómo y de que manera harán las mejores fiestas para que gusten a la gente. El fruto de su esfuerzo es administrar un presupuesto que sale de la lotería, las tarjetas de abono a los espectáculos, alguna rifa, y el trabajo de dos meses en el «barracó» de los mayorales en la Alameda.

Las obreras, desde el día veintidós de agosto, representan a la mujer de Bétera: las solteras el encanto, la belleza y el esplendor de las chicas jóvenes; las casadas, a la mujer madura, responsable, elegante y serena.

Las cuatro son requeridas por cualquier institución o acto del pueblo, pues, con su presencia, representan a Bétera.

El primer acto público, institucionalizado desde hace muchos años, es la participación de las obreras y los mayorales en la cabalgata de los Reyes Magos el día cinco de enero.

El segundo compromiso con el pueblo es la cena de San Valentín. Las obreras, a las ocho de la tarde, son recogidas por los mayorales con la charanga y, después de unos pasacalles, ellas con un vestido de noche largo y los mayorales con traje chaqueta, acuden a la cena. Esta celebración comienza con la presentación de las obreras, admiradas y aplaudías por los asistentes. Después de cenar, comienza el baile que abren las protagonistas de la fiesta.

Después de la fiesta de San Valentín el trabajo comienza a multiplicarse.

Hacia finales de marzo o principios de abril se plantan las albahacas, y las obreras, con sus familiares y amigos, son las encargadas de cuidarlas. Desde hace unos veinticinco años, la parte más trabajosa corre a cargo del Ayuntamiento, que dedica una persona para criarlas.

Tanto las obreras solteras como las casadas comienzan a tratar con la modista o modisto para preparar los vestidos que lucirán en las fiestas, pues serán nuestras reinas y, como tales, han de ir adornadas.

Al llegar los meses de junio o julio, los familiares y amigos de las obreras solteras acuden todas las noches a pasar un rato de amistad y «germanor», y para trabajar, confeccionando los papeles de seda para, después, vestir las cañas que decorarán las albahacas el día de la ofrenda.

Cuando empieza el mes de agosto comienzan a hacerse realidad todos los sueños, tanto para las obreras como para los mayorales.

El primer sábado de este mes, desde el año 1970, se celebra un cena de gala, y los mayorales se encargan de los preparativos; últimamente se hace en la piscina del polideportivo, pero antes se organizaba en algún chalet del pueblo o en el Club de Golf. En esta cena, donde pueden asistir setecientas u ochocientas personas, hay música, flores, luz, alegría y, sobre todo, el esplendor y la elegancia de las obreras, que son el punto de mira de los asistentes. El ritual de esta cena es semejante al del día de San Valentín.

Día 12 de Agosto, La Presentación.

Después de unos días de descanso llega la noche mágica del doce de agosto, la noche de la «Presentación». Este acto se realiza desde, aproximadamente, cuarenta y ocho años.

El acto comienza cuando las obreras y los mayorales, elegantemente vestidos, van en pasacalle, acompañados por la banda de música, hasta llegar al Ayuntamiento, donde son recibidos por las autoridades provinciales y municipales. Después de los pertinentes saludos, los invitados de las obreras y mayorales, de nuevo con la banda de música, acuden a la recepción que da el Ayuntamiento con motivo de la presentación o inauguración de las fiestas mayores de cada año. Al finalizar el vino de honor, haciendo un pasacalle, se dirigen todos a la Alameda, donde se realizan todos los actos de las fiestas. Con toda solemnidad, y siguiendo el ritual, el presentador nombra a la primera «obrera» soltera que, acompañada de la autoridad provincial y al son del pasodoble «València» interpretado por la banda de música, sube al escenario. Del mismo modo lo hace la segunda «obrera» soltera, que suele ir acompañada por el Señor Alcalde; a continuación, lo hace la primera obrera casada, acompañada por el Concejal de Fiestas y, por último, la segunda obrera casada, acompañada por el Presidente de los «Mayorales». Con palabras de alabanza y homenaje a la mujer de Bétera, a la cual representan, se les hace entrega de un pergamino y de un ramo de flores.

Acto seguido, el presentador nombra a cada uno de los mayorales, y al subir al escenario, de forma individual, reciben, de la mano de una obrera, el pergamino con el título de mayoral; el presentador dice una frase graciosa para cada uno. El último en subir es el presidente, que siempre tiene unas palabras de agradecimiento al pueblo por su colaboración, al mismo tiempo que nos desea unas felices fiestas. Las cuatro obreras permaneces, junto a sus acompañantes, en un majestuoso escenario, para poder ser admiradas por todos. El mantenedor, con su pregón de fiesta, homenajea a las obreras, a los mayorales y a las albahacas. De esta forma acaba el acto de la presentación. Después de un pequeño descanso se ofrece un espectáculo, patrocinado por el Ayuntamiento, para todo el pueblo.

Días 13 y 14 de Agosto, Actuaciones musicales en la Alameda.

Los días 13 y 14 hay actuaciones musicales, por la noche, en la Alameda. Estos actos son inaugurados por las obreras y los mayorales.

También tiene especial relevancia el sorteo y ornamentación de las albahacas. Hacia las cinco de la tarde del día 14 las plantas se dividen en dos grupos, lo más igualados posibles, y, por sorteo, a cada obrera le corresponde una fila. A continuación, los familiares, amigos y vecinos acuden al huerto de las albahacas para dejarlas «vestidas» y adornadas con flores.

Día 15 de Agosto, El día de «Mare de Deu».

Así llega el día más grande, el 15 de agosto, el día de la Mare de Deu, en el cual ella es el motivo de la ofrenda. Después de una ruidosa despertada, para anunciar la fiesta, hacia las nueve de la mañana, los mayorales con la corporación municipal y la banda de música salen del Ayuntamiento y, con el ritual que establece la tradición, van a recoger a las obreras solteras para dirigirse al huerto de las albahacas, desde donde saldrá la ofrenda hacia la iglesia.

Inicia el desfile la clásica pareja del tabal y la «dolçaina»; a continuación, una a una, van saliendo todas las albahacas por orden de altura, de menor a mayor. Para el transporte de estas hermosas y majestuosas plantas, de aroma inconfundible y de intenso perfume se han de utilizar una especie de andas, donde los tiestos se colocan al centro y así los jóvenes, invitados por la obrera, transportan las albahacas de la ofrenda. El desfile tiene dos partes: la primera comienza con las albahacas pequeñas y finaliza con las grandes, con una banda de música detrás; la segunda parte, idéntica a la primera, también finaliza con otra banda de música. Las obreras aparecen delante de la última planta de cada parte, acompañadas del «sombrillero» y con el vestido de gala de valenciana, radiantes y dignas de representar a Valencia en cualquier lugar. Como una reina, detrás de ella va la corte, sus familiares varones más próximos, la mitad de la corporación municipal, la albahaca más grande que le ha correspondido por sorteo y la banda de música cerrando la primera parte de la ofrenda. La segunda parte es idéntica a la primera. A pesar de que la distancia del huerto de las albahacas hasta la iglesia es de unos mil metros, el acto dura más de tres horas, pues, como todos los actos similares, la ofrenda también tiene su ritual. La obrera, ofreciéndose continuamente a la complacencia del público que le pide «la volteta i el peuet», siempre con la sonrisa en los labios, aceptan posar con cualquier persona que desee inmortalizarse en una fotografía con ellas. Hay también quien les pide ver de cerca la artística sombrilla bordada a mano, y que lleva de la mano el sombrillero para protegerla del sol.

Tradicionalmente, la misión de las dos clavariesas casadas es la de acompañar, custodiar y guiar, con el símbolo de protección, a las dos obreras solteras. De hecho, cada obrera casada forma pareja con una soltera y la acompaña siempre, excepto en la ofrenda de las albahacas, en la que el recorrido sólo lo hacen las dos obreras solteras hasta la puerta de la iglesia, donde las dos casadas, con distinción, elegancia y serena belleza, vestidas de clavariesas, con teja y mantilla, se encargan de recibir a las solteras, y de ponerles la mantilla blanca para entrar, a continuación, al templo con ellas. Las cuatro juntas ofrecen a la Virgen las albahacas, a lo cual sigue una misa solemne. Finalizada ésta, cada obrera se va a comer con sus invitados.

Las obreras van vestidas con el traje regional valenciano realizado expresamente para este acto, que mantiene las características y la riqueza de los antiguos artesanos. El delantal y la mantilla también son verdaderas creaciones artísticas, tanto por los bordados como por la ornamentación, en consonancia con el vestido, el peinado y las joyas.

A las ocho de la tarde comienza la procesión, también muy especial, a la cual desde el año 1972, sale la imagen de «Sant Roc» acompañando a la de la Mare de Deu, los clavarios y las clavariesas, las cuatro obreras, vestidas de clavariesas y los mayorales, con traje chaqueta. Es costumbre que a la procesión sólo vayan los invitados de las obreras y todas las mujeres de Bétera que hayan sido obreras. Los demás vecinos del pueblo acuden a sus calles para verla pasar. Una vez acaba la procesión los Mayorales salen rápidamente del templo, se cambian de ropa y proceden a realizar el lanzamiento de los «cohetes de lujo», en la Placeta del Sol, en honor a la Virgen. A las doce de la noche comenzaba la «Nit d’Albades» que, desde hace poco, se ha trasladado a la noche anterior. A la una de la madrugada se dispara la cordà, seguida de una coetà que dura toda la noche por las calles del pueblo.

Día 16 de Agost, «Sant Roc».

El día 16, Sant Roc, es fiesta local. Los clavarios y clavariesas de este santo celebran una misa a la que invitan a las obreras y mayorales. Acto seguido comienza el «Retaule».

Días 17 a 22 de Agosto.

Todos los días de fiesta, hasta el día 22, se organizan actos, misas y pasacalles, desde la mañana hasta la noche

 

 

Reportaje Gráfico: Juan Carlos Guillem Giner