«La guerra de los Rose nos puede llevar por delante»

La campaña por el liderazgo del PP quedó ayer dinamitada con un vídeo anónimo contra los apoyos a la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría. Desde el equipo de Pablo Casado se desvincularon de la acción y condenaron el ataque contra compañeros, pero dentro del partido el vídeo hizo estallar el miedo al caos y a la ruptura tras el Congreso de la próxima semana. La pregunta que bombardeó todas las sedes del PP fue de dónde viene, y lógicamente las sospechas apuntaron inmediatamente contra los partidarios del ex portavoz del PP.

Desde su candidatura, además de condenarlo, explicaron que no era de ellos porque están en contra de una campaña de desprestigio entre compañeros, y que «era un vídeo profesional, con un servicio de documentación y de posproducción que no está al alcance de ninguna candidatura». «Las imágenes de la primera papeleta donde aparece Arenas o el total de Arenas con el que acaba el vídeo es algo inaccesible para nosotros. Está hecho por profesionales y con muchos medios, justo lo que no tenemos. No está al alcance de ninguna candidatura».

Los señalados en el vídeo son Javier Arenas, Cristóbal Montoro y Celia Villalobos, históricos de la formación y que han acumulado tantos años de poder como enemigos internos. Los tres se han significado por respaldar a la ex vicepresidenta del Gobierno, y aunque todos se estén moviendo para conseguir apoyos para ella, a Arenas se le atribuye ser uno de los responsables de activar la maquinaria del PP andaluz, determinante en el resultado del Congreso, en favor de quien fuera «mano derecha» de Mariano Rajoy en el Gobierno y en el partido.

El terreno ya estaba embarrado antes de que ayer, en la recta final, se difundiese en plataformas como WhatsApp la grabación de dos minutos que ridiculiza a los citados dirigentes del PP. Con la sintonía de la serie «Cuéntame», que relata las vivencias de una familia desde los últimos años del franquismo, se enlaza con el mantra «Cuéntame cómo vais a renovarnos».

De Arenas, ex ministro, ex presidente del PP andaluz y vicesecretario del partido, se recuerda que sus primeros pasos se remontan al año 1972, cuando ya figuraba en la lista de UCD. Luego se narra que pasó por el Partido Demócrata Popular en 1982 y Alianza Popular en 1989, y sus candidaturas a la Presidencia de la Junta de Andalucía, todas fallidas, como subrayan en el documento gráfico.

De Celia Villalobos también se recuerda en negativo su trayectoria profesional desde Alianza Popular, y sus errores como ministra de Sanidad en la gestión de la crisis de las vacas locas o cuando fue «cazada» jugando al «Candy Crush» en el Congreso. El retrato que se hace de ella parece diseñado cruelmente por los adversarios de la izquierda, de hecho el foco deja de apuntarla con el recordatorio de los gritos que profirió contra sus escoltas en el Congreso de los Diputados un día que llegaba tarde. «Al final el mío va a ser el último. ¡Vamos Manolo, venga coño!».

Por supuesto, no es menos demoledor el retrato de Montoro, al que le recriminan todas las subidas de impuestos aprobadas durante la etapa de Rajoy al frente del Ejecutivo. La guinda son las imágenes de Sáenz de Santamaría con ellos y unas declaraciones de Arenas en las que asegura que «quienes estaban hace 30 años, no pueden conquistar el futuro, eso no puede ser, y además es imposible».

El problema va más allá de quién gana o quién pierde con este vídeo, ya que hurga en heridas que el PP no ha sabido acabar de cerrar desde la transición en el liderazgo de José María Aznar a Rajoy. El viejo PP y el nuevo PP, la corrupción del pasado frente a la renovación o la ideología abandonada por la gestión del «marianismo». En campaña no ha habido una confrontación seria de proyectos que trascienda la simplificación entre recuperación de los valores de la derecha y reivindicación de la gestión del gobierno.

«Juego sucio»

Desde el «aparato» advierten de que la «pelea» por el compromisario ha entrado ya en un terreno «descarnado», y de que es tan importante guardar las formas en público como en privado. El «juego sucio» de este enfrentamiento únicamente puede llevar a que no sea posible unir los frentes si el Congreso deja un ganador por poco más del 50 por ciento de los apoyos, en el caso de que sobre la marcha, y antes de forzar la tensión de esa votación, no se articule una lista de unidad.

«Jugar a “La guerra de los Rose” nos puede llevar por delante», señala un dirigente territorial popular.

Fuente: La Razón

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