La historia no deformada del Valle de los Caídos

Uno de los argumentos utilizados en la campaña difamatoria contra Franco es el de la construcción del Valle de los Caídos, presentandolo como el monumento dedicado a honrar exclusivamente la memoria de los del bando ganador de la Guerra Civil; y construido por presos del perdedor, que habrían sufrido allí una explotación que les convertiría en «esclavos» o condenados a trabajos forzados en el mejor de los casos. Aparte de la intención, también supuesta, y, desde luego ridícula, del entonces Jefe del Estado, de construirse una tumba «faraónica» que glorificase su memoria. Esto último se cae por su peso a la primera de cambio, a poco que se quiera, realmente, conocer la verdad en vez de hacer demagogia: Franco está allí enterrado por decisión de Juan Carlos I, y de nadie más. Tendría que haber sido un megalómano muy perturbado, cosa que no fue nunca, para haber concebido semejante idea. Lo del monumento faraónico viene repitiéndose desde que se le ocurrió el brillante símil a Indalecio Prieto, y está claro que hizo fortuna, porque a base de decirlo, los autores de esta leyenda negra, han logrado consolidarlo. Nada más falso en cuanto a su verdadera finalidad.

Basta con leer por encima el decreto de 23 de agosto de 1957, que constituía la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos: en su párrafo primero, después de invocar el «perdón evangélico», y los lustros de «unidad y hermandad entre españoles», transcurridos desde el final de la guerra, dice claramente que «ha de ser el Monumento a todos los caídos, sobre cuyo sacrificio triunfen los brazos pacificadores de la Cruz». No puede, por tanto, como se ha solicitado frecuentemente, desde hace años –empezando por la comisión de expertos de Rodríguez Zapatero–, «convertirse» en el monumento a todos ellos, sencillamente porque lo ha sido siempre. Y se supo desde el principio; no sólo en España, sino a nivel internacional: «The New York Times» titulaba el 3 de abril de 1959: «El general Franco ofreció el ramo de olivo de la paz a los millones de españoles que entre 1936 y 1939 lucharon al lado del Gobierno republicano vencido», refiriéndose a la inauguración del monumento.

Fuente: La Razón

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