La superficie dejada de trabajar por los agricultores desde 2006 equivale a los distritos de Ciutat Vella y el Ensanche
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La huerta cultivada en Valencia ha sufrido un bocado de 391 hectáreas por el abandono de las tierras y la falta de relevo generacional entre los agricultores en apenas una década. Así figura en el anuario estadístico municipal, en el apartado del aprovechamiento agrícola en Valencia. En 2016, último año contabilizado, la superficie en activo era de 3.277 hectáreas, mientras que en 2006 fue de 3.668 hectáreas, según la misma publicación del Ayuntamiento.
Son datos que proceden del Consell Agrari Municipal, entidad que gestiona las competencias del Consistorio en esta materia, a lo que este mandato se ha sumado la concejalía de Agricultura. Sólo en el último año el descenso ha sido de 52 hectáreas, lo que refleja la gravedad de un problema casi crónico y donde la principal crítica hacia la Administración pública ha sido su incapacidad para ayudar a los agricultores a mantener su actividad.
Las 391 hectáreas suponen una superficie mayor por ejemplo a la suma de los distritos de Ciutat Vella y el Ensanche, que alcanzan las 342 hectáreas. O también a 391 campos de fútbol por emplear una equivalencia más entendible.
«Si quieren un jardín, páguenlo», dijo un representante de AVA en el último pleno
La cifra es más llamativa incluso al observar que la superficie total agraria apenas ha disminuido en los diez años que se comparan. Es decir, que en 2006 había con esta calificación 13.465 hectáreas, mientras que el pasado ejercicio se llegó a las 13.463 hectáreas. La expansión de la ciudad durante ese periodo se ha realizado sobre todo en terrenos calificados como urbanizables.
Los datos reflejan una realidad y aviva un debate acrecentado estos meses sobre el proyecto de Ley de Protección de la Huerta, en trámite en Les Corts y que también fue protagonista de un vivo debate en el Ayuntamiento, al hilo de sendas mociones del grupo popular y Ciudadanos para que se instara a la paralización de la nueva legislación, lo que fue desestimado.
El representante de la Asociación Valenciana de Agricultores José Francisco Sales comparó la superficie afectada por la ley, las 22.000 hectáreas agrícolas que van desde el municipio de Picassent al de Puçol, con las 447 hectáreas que suponen todos los jardines de Valencia.
«Si quieren tener un jardín, estamos dispuestos pero páguenlo», señaló tras indicar que los 26 millones de euros anuales que el Consistorio destina al mantenimiento de las zonas verdes equivalen a 59.000 euros por cada una. «Ayuden al agricultor», reiteró.
La edad media de los agricultores en Valencia es de 66 años, como dijo en el mismo debate la concejal de Agricultura, Consol Castillo. Esa es la causa principal del aumento del abandono de los campos, que de barbecho pasan en unos pocos años a solares llenos de basura y otros restos de vertidos ilegales. La progresión a la baja desde 2006 ha sido gradual, aunque fue de 2013 al ejercicio siguiente cuando se produjo la mayor debacle al contabilizarse sólo en un año un descenso de 315 hectáreas en Valencia.
El gobierno municipal defiende la Ley de Protección de la Huerta. Es más, como desveló el concejal de Desarrollo Urbano, Vicent Sarrià, han participado en su elaboración para dar cobertura al Plan Territorial de la Huerta, pendiente desde hace años. Los dos documentos serán el soporte de la revisión del Plan General ahora en marcha, donde la decisión del tripartito pasa por proteger todo el suelo agrícola actual con la misma categoría, con la excepción de unas edificaciones que se harán en La Punta, alrededor de la calle Jesús Morante y Borrás.
Al margen de esas consideraciones, el descenso de la tierra cultivada obedece a una reducción prácticamente en todo tipo de explotaciones agrícolas. Así se indica en la misma estadística en lo referente a los cultivos herbáceos y leñosos. La parte más castigada de la ciudad en este periodo ha sido la zona sur, prácticamente en toda la franja que limita con la V-30, donde hay numerosas alquerías ocupadas ilegalmente por la marcha de las familias de agricultores y el abandono de los campos de cultivo.