La Moma

[wp_ad_camp_2]Un gran músico y amigo mío, me pide que haga referencia a la Moma que desfila en la procesión del Corpus en Valencia y que explique su significado y tradición.

Debo aclarar que no soy ningún especialista en la fiesta del Corpus Christi de Valencia, pero, por supuesto, mis apuntes siempre estarán a disposición de cualquiera que me los solicite.

Efectivamente, coincido con mi amigo Manolo, en que lo que no se conoce no se puede valorar y querer en toda su extensión. Cuando conoces la historia de una obra de arte, sea esta del tipo que sea, la visión que se tiene de esta es distinta.

Por tanto comencemos por el principio. ¿Qué es la Moma?:
Dentro del gran simbolismo que encierra la fiesta del Corpus de Valencia (todos y cada uno de los elementos que componen esta fiesta, tienen un significado muy patente), la Moma es uno de los más importantes.

La procesión del Corpus data del siglo XIII y algunos estudios sitúan la danza de la Moma en el siglo XVI, aunque existe documentación fidedigna desde el siglo XVIII.

La Moma, es el personaje central de la danza del mismo nombre y vestida totalmente de blanco, simboliza la Virtud y la Gracia
La danza de la Moma es una danza popular valenciana en la cual ocho bailarines representen la lucha contra la virtud (la Moma) y los siete pecados capitales o vicios (los Momos). La música es muy sencilla, una dolçaina toca la melodía y un tabalet la acompaña con un ritmo ternario.

La Danza de la Moma es la de mayor contenido simbólico que se representa durante la procesión del Corpus en Valencia. Cada una de las figuras que interpretan los bailarines tiene el valor simbólico de la lucha entre la virtud y los pecados; así como la parte final del “paloteo” representa el desorden y la batalla entre los vicios, por encima de los cuales gana la virtud.

La de la Moma es una danza guerrera. Por eso está integrada por hombres. Solo cuatro personas de la asociación Amigos de las Danzas del Corpus pueden representarla ya que deben conocer los pasos, las señas, y sobre todo, tener el traje en propiedad, según marca una norma no escrita.

La danza de la Moma es una danza pantomímica, es decir, representa una historia: el asedio y ataque de los siete Pecados Capitales, los Momos, capitaneados por la Soberbia, a la Virtud o la Gracia, la Moma. A lo largo de su desarrollo, la Moma es acosada, tentada y fingidamente golpeada, para finalmente vencer sobre sus enemigos.

Antiguamente, el traje de los Momos llevaba cosido el nombre de cada uno de los pecados: Soberbia, Ira, Lujuria, etc. En la actualidad, se ha buscado el símbolo animal correspondiente a cada uno de los pecados, y tal es la figura que lleva el pecado correspondiente cosida en la cogotera.

El equipo del Momo se completa con el bastón, que antes era delgado y con el extremo curvado, como un “gayato”, y ahora es más grueso, de unos tres o cuatro cms. de diámetro; la longitud sigue siendo de un metro.

Debemos tener en cuenta que, según una rancia tradición oral, la Moma debe ser un hombre barbado, y debe ir bien cubierto, tanto por recato como por ocultar su masculinidad.

La Moma lleva un traje al estilo tradicional valenciano de mujer. Es de color blanco en su totalidad. Antaño la falda podía ser de color más o menos pastel. En la cabeza lleva una mantilla blanca, de tela, de las tradicionalmente llamadas «de media luna» por ser de forma semicircular. Sobre la mantilla llevaba una corona hecha de flores, aunque ahora porta una de latón dorado rellena de aquellas. Lleva guantes y zapatillas blancos. La cara la lleva cubierta con un antifaz con falda o babero, blancos, que le cubren todo el rostro.

Hoy día los bailadores que hacen de Moma, conscientes de su protagonismo, tienen especial cuidado en la confección de «su» traje de Moma, y se atavían con meticulosidad y preciosismo. Así, el corpiño se elabora como los antiguos jubones del XVIII, con ballenas; la manteleta y el delantal, así como la falda del antifaz, se bordan con algunos hilos de oro y con motivos eucarísticos. El resultado dignifica todavía más el baile.

Pasemos ya a describir éste.

La Danza camina en la cabalgata o procesión en dos filas de tres momos, y detrás van el Momo Soberbia con la Moma. Los momos llevan el bastón reposado sobre el hombro izquierdo. Los pecados delanteros llevan sendas banderas rojas con un motivo demoníaco -un dragón- pintado en negro. Las astas de estas banderas van coronadas con un ramo de plantas verdes. Antaño, cuando la Cabalgata del Convite la abría el Capellán de la Ciudad, estos momos abanderados le precedían, como se puede ver en el rollo de la Procesión conservado en el Ayuntamiento de Valencia. No deja de ser ésta una paradoja: los pecados abren el camino al sacerdote. Paradoja que, como hemos visto, está bien presente en toda la procesión, y expresa la idea de que no puede haber Bien sin el Mal.

Para bailar, los dos abanderados dejan sus estandartes y se preparan para el cuadro o figura que corresponda. La pantomima completa -presentación, amedrantamiento, tentación, derrota del Mal- se compone de siete figuras. Los danzantes no la hacen íntegra, sino que, a lapsos de cuarenta o cincuenta metros, se paran y bailan una figura, por ejemplo, la primera; luego caminan otro trecho, y bailan la segunda; a veces paran porque hay amigos o familiares, o porque la gente lo pide insistentemente. Normalmente, la Danza sólo se baila íntegra, es decir, las siete figuras seguidas, sólo interrumpidas por los intermedios entre figura y figura, en el ensayo preliminar, que tiene lugar en el patio de la antigua Facultad de Teología -que es donde se cambian de ropa los integrantes de la Procesión- y al terminar la Cabalgata, en un escenario que se instala cerca de la puerta de la Catedral.

Cada figura dura el mismo tiempo, y las seis primeras tienen la misma música; sólo la última tiene una melodía diferente. El ritmo lo marca el tabalet, y la música la ejecuta el dolçainer.

Los bailadores se mueven al paso de vals o de estribillo de jota. Esto crea problemas de adaptación y seguimiento, sobre todo si los bailadores no son experimentados. Pero debemos recordar que la Danza tiene un pasado complicado, y ello ha influido en su configuración.

El primer cuadro o figura es el de la Presentación: los Momos se colocan todos en fila, menos la Soberbia y la Moma, que juntos se quedan frente a los otros. Al sonar la dolçaina todos dan una vuelta sobre sí mismos, y así se quedan durante todo el resto del cuadro, girando en determinados momentos. Al terminar la música, cesan de bailar y hacen una reverencia, a la cual la Moma contesta graciosamente cogiendo la falda con las manos y extendiéndola.

El segundo cuadro parte de la situación anterior, y es el rogle: al sonar el tabalet, y con el paso de vals, la Soberbia se despega de la Moma y recorre la hilera de sus secuaces zigzagueando entre ellos, y al pasar junto al primero, todos le siguen, formando un círculo que envuelve a la Moma. Entonces suena la dolçaina y los momos toman sus palos y tienden un extremo a su compañero, sujetando cada uno el otro: de esta forma cierran el círculo, con los palos a modo de vallas, y giran primero en sentido contrario a las agujas del reloj, y luego a la inversa. Al terminar la melodía, recuperan su palo que apoyan en el hombro, y se inclinan ante la Moma, que responde de nuevo el saludo.

Se inicia el tercer cuadro llamado la gábia: Los momos empuñan su bastón y colocan el extremo a pocos centímetros por encima de la corona de la Moma, formando como una cúpula enrejada. Algunos bailadores virtuosos que hacen de Moma se agachan ligeramente, para acentuar la sensación de opresión. Pero al final de la melodía, la Moma levanta su cetro, gira sobre sí misma, y los palos vuelven al hombro de los pecados.

Los pecados inician entonces el siguiente cuadro denominado la tentación: sigue el círculo, y la Soberbia entra en él, acosando y persiguiendo a la Moma en su estrecho interior, siempre en paso de vals, mientras los demás pecados siguen girando manteniendo el corro. Después van tentando todos los pecados, terminando con el primero, que es el más fuerte. Sin embargo, esta figura suele reducirse a la tentación de un solo pecado. Al terminar la melodía, todos se saludan.

El quinto cuadro mantiene el círculo, y ahora los momos fingen golpear a la Moma, asiendo su bastón, levantándolo por encima de su cabeza, y todos a una, converger al centro, sobre la cabeza de la Moma, sin tocarla, formando como la jaula, pero que ahora se abre y se cierra rítmicamente. Al igual que antes, la Moma levanta el cetro, gira, y todos se saludan.

Ahora se pasa ya a la última prueba, denominada el puente: recuerda el castigo militar de la «carrera de baquetas», tan en boga en el siglo XVIII; en él, el penado debía pasar por un corredor formado por dos filas de soldados enfrentados, los cuales empuñaban las baquetas (varas metálicas o de madera utilizadas para limpiar el ánima del fusil) Al pasar el castigado, se descargaban sobre sus espaldas golpes con las baquetas. Este castigo ha conservado un recuerdo en un juego infantil valenciano, llamado gínjols y caparres. El cuadro consiste en que los seis momos menores forman un pasillo, tres frente a tres, y tienden los palos cerrando el pasillo de forma transversal, como si fueran vallas. El pecado mayor toma a la Moma del brazo, y la conduce a través del mismo. Al llegar a una de las barreras formadas por un par de palos, los momos que los sostienen los levantan, y la Soberbia y la Virtud cruzan por debajo, inclinándose ésta ligeramente, y consiguientemente, humillándose ante los pecados. Al igual que en la carrera de baquetas, deben ir y volver por el mismo corredor. Finalmente, los momos hacen el corro, y se saludan.

Después de esta humillación, la Virtud ha vencido. Los momos han rehecho el corro, pero ahora la melodía musical cambia. Los momos golpean sus palos con los de sus compañeros laterales -dos con el de la izquierda, dos con el de la derecha-, mientras la Soberbia mantiene su palo en alto cuando sus compañeros adyacentes se giran hacia él, cruzan con él los golpes y pega en el suelo cuando sus compañeros lo hacen con los del otro lado. Esto se repite tres veces, mientras dura la melodía, y al terminar, los momos saludan a la moma, con el bastón sobre el hombro. Entonces, ya sin música, o con los compases finales la Moma va tocando con su cetro en la cabeza a los momos, sin salir del corro, y los pecados se van arrodillando, dejando caer el bastón al suelo. Finalmente, quedan todos arrodillados en torno a la Moma, la cual entonces hace su reverencia.

CONCLUSION

La Danza de la Moma tenía una función en el pasado: la Virtud siempre vence al Mal. Lo cierto es que hoy en día, en la mañana del Corpus, la Moma es la danza más admirada; a ella hay que responsabilizar de buena parte del interés que la procesión despierta hoy día.
En la festividad del Corpus Christi de Valencia participa la asociación de Amigos de Danzas del Corpus —integrado por los grupos de Lo Rat Penat, Santa Bárbara y El Forcat—, que cuenta con cuatro personas que cada cuatrienio se turnan para convertirse en la esperada Moma. 
La clave para poder representar a la Moma se basa, en primer lugar, en conocer los distintos pasos de una danza que, a pesar de no tener excesiva complejidad, es muy exigente físicamente. El itinerario es largo, y la Moma participa en la cabalgata del Convite y en la procesión. 
El traje no es excesivamente cómodo porque no se respira bien, y que no se puede levantar la máscara para refrescarse porque la figura perdería todo el misterio. 
Es indispensable para poder representar a la Moma es tener un traje en propiedad. Y es que existe una tradición no escrita que asegura que “el traje de la Moma debe ser personal de cada uno”. Cuatro personas de la asociación de Amigos de las danzas del Corpus tienen un traje de Moma. Por eso, se van turnando cada cuatro años. 
La indumentaria de la Moma del Corpus se trata de un vestido de mujer en un cuerpo de hombre que baila. Todo un reto para un traje. 
Se trata de un traje de estilo tradicional valenciano, completamente blanco y cerrado (apenas lleva escote y las puntillas de las mangas cubren sobradamente hasta el inicio de la mano), todo con la finalidad de cubrir la personalidad del ballador, siempre un hombre (tradicionalmente “barbado”) que lo ocupa.
En el interior del vestido, lleva saya, enagua y sobreenagua para dar un vuelo natural al guardapiés, y un polisón que remarca la cadera y la parte trasera del ballador.
Un cuerpo muy ceñido con sisas bien estranguladas completan la estructura de la vestimenta y permite ejecutar la sutilidad de los movimientos de la Moma, protagonista de la danza.
El vestido está confeccionado en un damasco de algodón enmarcado con motivo floral. Un dibujo sutil y pequeño como marcaban los cánones de la época. También da ese sabor antiguo el delantal. Una “batista con entredoses de aleçon del mismo tono de blanco que el vestido para conseguir esa monocromía tan característica” de la Moma.
Pero si hay algo característico en la indumentaria de la Moma es el tocado. Mantilla de media luna como marcan los cánones de la época, cosida a modo de capucha que se acopla a la cabeza del ballador. Sobre la mantilla lleva una corona de latón dorado rellena de flores, así como guantes y zapatillas blancos. El antifaz, con falda o babero, completan el tocado.
Una de las piezas sinfónicas más bellas que se han escrito en la música valenciana, es la titulada “Es chopà hasta la Moma”, cuyo autor es el maestro Salvador Giner y se inspiró para ello en una poesía en Lengua Valenciana de Luís Cebrián Mezquita. Por cierto, que en el original de la obra (como se puede comprobar) el autor lo titula así: “ES CHOPÀ… HASTA LA MOMA”, en ningún sitio está titulado como “Es xopà fins la moma”

En las imágenes vemos dos instantáneas de la Procesión (1920 y 1922); primer plano del busto de la Moma; una instantánea del ensayo general en la cual se puede apreciar en todo su esplendor el vestido de la Moma; en las dos fotografías siguientes se puede ver la danza de la Moma durante la procesión y, por último, la portada de la partitura original del Maestro Giner de su obra sinfónica “Es chopà… hasta la Moma”

 

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