Para encontrar el coraje que marcó la transformación en el Este europeo hay que ir 50 años atrás. En 1968, los tiempos exigían valentía e ingenio, en ese entonces los jóvenes checoslovacos cumplían con estos requisitos. «Estuvieron a la altura de las circunstancias», dijo el entonces político y líder del todopoderoso Partido Comunista en el país, Alexander Dubcek.
Bautizada como la «operación Danubio», en honor al segundo río más largo de Europa y que ha sido durante siglos un testigo reservado de la historia en el Este. Prestó su nombre a la invasión, de más de medio millón de soldados, del Pacto de Varsovia a la antigua Checoslovaquia.
50 años después de la revolución que cambió la manera de entender las libertades básicas, pero revolucionarias para este momento de la historia, personalidades políticas desfilan y esperan su turno para colocar coronas conmemorativas en el edificio de Radio Praga en el centro de la capital checa. Sus muros, a día de hoy siguen siendo sinónimo de la resistencia de una sociedad que fue demasiado avanzada para el tiempo que le había tocado vivir. Desde enero de 1968, miles de jóvenes salieron a las calles animados por Dubcek. La libertad de expresión y de reunión impulsados desde el Gobierno introdujeron reformas encaminadas a lograr lo que el propio líder bautizó como «socialismo con rostro humano». Incluyendo la abolición de la censura y la libertad asociación, unidas a tímidas reformas económicas.
Fuente: La Razón