Barrio de Pinto, en el geriátrico Manuel grita detrás de una barrotes de hierro. “Tengo hambre”, exclama, mientras se pasa la mano por la boca. Al principio nos deniegan la entrada, advierten algunos ancianos pueden ponerse agresivos. Pero lo que encontramos adentro, es dantesco. Un escenario de miseria y relatos de abandono.
En un país que atraviesa una grave situación económica y alimenticia, los sectores más vulnerables se han visto gravemente afectados. Los psiquiátricos, orfanatos y hogares de la tercera edad han sufrido un gran deterioro. Manuel afirma no come hace tiempo, algo que su cuidador desmiente. “Está loco, le damos sopa todos los días”. Sin embargo el anciano demuestra un aspecto muy deteriorado.
Fuente: La Razón