La UE y Japón se conjuran contra el proteccionismo

La defensa de libre comercio está alcanzando tintes épicos. La UE y Japón firmaron ayer un acuerdo de libre comercio histórico con implicaciones no sólo económicas, sino sobre todo políticas. Aunque este pacto comenzó a negociarse en 2013, la firma se produce en plena deriva proteccionista de Donald Trump con una guerra comercial cuyas repercusiones se desconocen y tras una gira europea en la que el presidente de EE UU ha humillado a sus aliados. «Hoy es un día histórico. Celebramos la firma de un acuerdo comercial extremadamente ambicioso entre dos de las economías más grandes del mundo», aseguraron el primer ministro japonés, Shinzo Abe, y el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker.

Se espera que la entrada en vigor de este pacto suponga la mayor zona económica abierta del mundo, ya que Japón y la UE suman el 40% del comercio global y también el 30% del PIB. Según los cálculos de Bruselas, se liberalizarán el 91% de las importaciones, una cifra que llegará al 97% cuando se aplique totalmente. Actualmente 600.000 puestos de trabajo en la UE están vinculados a las exportaciones japonesas y 550.000 personas están empleadas por empresas niponas que han invertido en la UE. Las empresas europeas ahorrarán mil millones de euros anuales en las tarifas aduaneras y las exportaciones aumentarán un 13,2% cuando el acuerdo se haya completado.

Números aparte, lo importante es plantar cara a Trump. «Es un buen día no sólo para europeos y japoneses, sino para toda la gente razonable del mundo que cree en el respeto mutuo y la cooperación», aseguró el presidente del Consejo, Donald Tusk, con la mirada puesta en el inquilino del Despacho Oval. «No hay protección en el proteccionismo», sostuvo Juncker, quien viajará a la Casa Blanca el 25 de julio para intentar hallar el lado razonable del presidente de EE UU.

El sector agroalimentario europeo será uno de los grandes vencedores de este acuerdo, ya que se eliminan los aranceles al queso (29,8%) y al vino (15%). Uno de los capítulos más espinosos ha sido el del sector del automóvil, que beneficia más a Tokio. La eliminación de aranceles será gradual durante siete años. Además, se ha incluido una cláusula de salvaguarda en el caso de que Japón tome medidas que perjudiquen al sector europeo. En ese caso se podrán introducir recargos provisionales, dado que uno de los grandes temores de la UE es que Trump acabe imponiendo la subida arancelaria también a las exportaciones de vehículos europeos, lo que supondría un ataque directo a Alemania.

El acuerdo tiene que ser ratificado por la Eurocámara y el Parlamento japonés y se espera que esté operativo en 2019. El pacto sobre los tribunales de protección de inversiones aún no se ha alcanzado. Esta parte se ha separado del acuerdo comercial para evitar la ratificación de los parlamentos nacionales.

Fuente: La Razón

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *