Una derrota agridulce, la de los republicanos en el Congreso, que vuelve a manos demócratas, y además de forma rotunda. Una agria victoria, la de unos demócratas que, por más que festejaran este triunfo, también soñaban con recuperar el Senado. En general, con el reparto de las Cámaras, puede decirse que ambos partidos tenían motivos para felicitarse. No hubo debacle republicana, cierto. Pero la recuperación del Congreso cambia severamente el panorama político. Tampoco la victoria demócrata permite hablar de ola.
Fuente: La Razón