La Roqueta-Arrancapins y la falla Ángel Guimerá reciben en la preselección a su fallera más ilustre
[wp_ad_camp_2]»Lo que habeis visto de Raquel es la verdad. Es tal como se ha mostrado. La conozco desde que iba al colegio con mi hijo. La he visto crecer, madurar y ahora para nosotros es lo que es: un orgullo. Ha sido un año de verdadero subidón». La preselección de La Roqueta-Arrancapins se celebró ayer por la tarde-noche, dos días más tarde de lo previsto inicialmente por culpa de la tormenta. Con ella se remató el fin de semana de preselecciones, esas que ya han llegado a su ecuador. Es una preselección ‘selecta’ y con razón: es el segundo sector que, a lo largo de la historia, más falleras ha aportado a la corte de honor. Pero este año tenía un carácter especial: la fallera mayor de València, Raquel Alario, jugaba en casa. Era el día del reencuentro.
La descripción de antes la hacía el presidente de Fernando el Católico-Ángel Guimerá, José Valiente. «La falla tiene 88 años de existencia y aquí hay gente que ha estado toda la vida y no habían vivido algo parecido». Es verdad que no es una comisión cualquiera. Tiene historia y tiene lustre, pero nunca habían saboreado algo tan rotundo. Son los de toda la vida, pero tienen ganas de verla. Se hacen fotos, alguna le pregunta sobre cancanes. Ella quiere fotografiarse con los más pequeños. «He bajado a la falla cuando he podido, que han sido muy pocas veces. Volver a verlos, y más un día como éste, es más bonito aún. Siempre me he sentido arropada por ellos. Echo de menos a mi gente, pero lo entienden».
La cotización de Raquel Alario empezó en la preselección del año pasado. En una competición, la de fallera mayor, que suele empezar en enero del año anterior, ella fue ‘invisible’ durante las fallas de 2016 para buena parte del público que ya busca reina del curso siguiente. Los Alario Bernabé ya habían vivido lo que supone no superar la preselección con su hermana Esther. Prudencia. Y eso, a pesar de que Raquel ya era la misma fallera alta, de facciones muy marcadas, extrovertida, culta y siempre espectacularmente vestida que destacaría posteriormente. Tras superar esa primera criba es cuando su cotización empezó a subir. «¿Cuando empezamos a verla de verdad con posibilidades? A partir de la Fonteta. Cuando vimos que salía y además la nombraban la última, intuimos que iba a estar ahí». Pilar García ha visto a dos hermanas en la corte de honor, ambas de esta misma comisión, y sabe de lo que habla. «Ha tenido muchos detalles con la falla y es muy, muy fallera. Sabíamos que delante de un jurado ganaría mucho». Su año, y el del grupo de trece, es de sobresaliente diario.