Los padres están de enhorabuena porque en un máximo de cinco años es probable que puedan obtener un permiso por paternidad de 16 semanas.
Pero hay que tener en cuenta que las madres reivindican que 16 semanas de baja maternal no son suficientes y que deberían ampliarse para poder alcanzar los seis meses de lactancia materna exclusiva, tal y como recomienda la evidencia actual.
Aumentar la baja maternal protege los derechos de la mujer trabajadora que quiere ser madre y ayuda a conciliar la vida familiar y laboral. El coste de ampliar la baja maternal en tiempos de crisis ha mantenido a las madres a la espera de tiempos mejores. Pero ahora deberán convencernos, con argumentos, de que extender el permiso por maternidad supondría un escollo para la contratación de las mujeres y de que esta medida de aumentar la baja paternal, contribuirá a eliminar la discriminación de la mujer a la hora de ser contratada.
Se pretende tomar una decisión sin valorar que las madres se las ven y se las desean para conciliar la vida laboral y familiar. Obligando en algunos casos a las mujeres a abandonar sus puestos de trabajo durante la crianza.
No es que esté en contra de permisos de paternidad más largos. Considero que estos permiten participar en la crianza de los hijos de una manera equitativa, fomentando un mayor vínculo entre padre e hijo. Sin embargo, incrementar los permisos en el padre sin llegar a cubrir un mínimo de los de la madre no es más que una tomadura de pelo para vendernos la igualdad. En este caso no es ecuánime hablar de igualdad cuando biológicamente somos diferentes. Decidimos parir y amamantar y ello nos condiciona físicamente. Guste o no, la biología nos lo ha otorgado solo a nosotras.
Promover la igualdad entre hombres y mujeres no significa hacerlo todo idéntico, sino conceder las mismas oportunidades y derechos a los hombres que a las mujeres, pero no podemos utilizar la misma vara de medir para ponderar funciones biológicas exclusivas de nuestro sexo.
Durante el embarazo, se producen una serie de cambios fisiológicos, metabólicos y morfológicos en la mujer encaminados a permitir el desarrollo del feto y posteriormente proteger y a nutrir al recién nacido. Un 90 por ciento de las mujeres gestantes manifiestan su deseo de amamantar, pero más del 70 se quedan a medio camino; apenas un 20 continúan a los seis meses. Porque tener que compatibilizar la vida laboral con la lactancia materna exclusiva seis meses, y tener que incorporarse al trabajo cuando el bebé apenas ha cumplido cuatro meses es tarea complicada. Y por supuesto que es primordial el papel del padre, porque amamantar solo la madre puede hacerlo, pero el bebé necesita más que alimento y su apoyo va a ser necesario. Además, la decisión de amamantar no es siempre tarea fácil para la madre, y el padre va a ser un soporte importante apoyando a la madre cuando surgen dudas o problemas.
Reivindico el derecho de los padres a cuidar de los hijos. La figura del padre es relevante y primordial en la crianza del bebé, a pesar de que me gustaría añadir que el vinculo de apego del recién nacido se centra en la figura materna. Los dos primeros años de su vida necesita su contacto continuo y proximidad como garantía de protección y seguridad. Hasta más allá de los dos años no va a tener conciencia de que es un ser individual. Por lo tanto, ¿por qué no respetamos sus ritmos naturales de desarrollo? ¿Por qué la sociedad actual es poco comprensiva con un ser tan indefenso? ¿Por qué intentan convencernos de que así será más independiente? ¿Por qué se motiva la separación temprana entre madre y bebé? Dar y recibir la leche materna es un derecho, proteger la salud de las madres y de los bebés una obligación. Alargar el permiso de maternidad es una forma barata de invertir en salud, por lo que el Estado debe promover leyes que protejan el derecho de amamantar de las mujeres trabajadoras. No es justo dar al padre lo que es necesario y primordial conceder antes a la madre.
Pueden enviar sus preguntas a consultalactancia@larazon.es
Fuente;: La Razón