Las dos Américas toman la calle agitadas por la tensión racial

Un año de Charlottesville. Un año después de que cientos de miembros y simpatizantes del Ku Klux Klan (KKK) y neonazis desfilasen con antorchas por el campus universitario de la ciudad. Convocados para protestar contra el empeño municipal por derribar la estatua del general Robert E. Lee, héroe de la Confederación y la lucha sudista. En el transcurso de las protestas, 19 personas resultaron heridas y falleció asesinada Heather Heyer, de 32 años. Fueron víctimas del racista de 20 años Alex Fields, que embistió con su Dodge Challenger una manifestación pacífica de signo contrario.

Antes de la muerte de Heyer hubo protestas y enfrentamientos. Estampas de antisemitas con esvásticas, simpatizantes del KKK con pistolas y gran despliegue de teas ardiendo. De alguna forma parecía un regreso a los días más turbulentos y oscuros de la era Jim Crow.

Poco después se estrellaba un helicóptero policial. En el accidente fallecieron dos miembros de la Policía estatal destinados a reforzar los equipos de antidisturbios, el teniente H. Jay Cullen, de 48 años y el piloto Berke M. M. Bates, de 40.

Aquella manifestación de la autodenominada «alt-right, United the right», la ultraderecha, fue convocada por Jason Kessler. El mismo que deploró la muerte de Heyer y que el 18 de agosto, seis días después, escribió en Twitter que «Heather Heyer era una comunista gorda y asquerosa. Los comunistas han matado a 94 millones. Parece que era el tiempo de la retribución». Aunque Kessler atribuyó su comentario al consumo de alcohol, sedantes y ansiolíticos y pidió disculpas, fue incluido por la Liga Antidifamación los líderes de la «alt-right» más violenta.

Ayer, un año después, Kessler volvió a convocar una marcha. «La United the right 2», en el parque Lafayette, frente a la Casa Blanca. Se esperaba la asistencia de entre 200 y 400 activistas de extrema derecha, pero solo se presentaron unas 20, la mayoría hombres blancos.

Kessler habría decidido convocar su manifestación en Washington para que la Administración sea consciente de «los abusos contra los derechos civiles, provocados por el gobierno de la ciudad, que tuvieron lugar en Charlottesville, y que provocaron la violencia del año pasado». Por violencia quiso decir el Dodge de Fields atropellando sin previo aviso a dos docenas de personas y liquidando a una de ellas.

Una marea de miles de personas desbordó hoy las calles de Washington y obligó a una veintena de neonazis, envueltos en banderas estadounidenses, a celebrar su marcha por el supremacismo blanco en un rincón del Parque Lafayette, frente a la Casa Blanca.

Para evitar enfrentamientos, la policía municipal colocó a los neonazis en un pequeño perímetro cercano a la mansión presidencial que definió con unas vallas negras de un metro de altura.

Tras el vallado, miles de contramanifestantes abucheaban a los supremacistas y gritaban consignas como «¡nazis, váyanse a casa!», mientras agitaban pancartas con mensajes como «Sin odio, sin miedo».

Fuente: La Razón

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