Tan sólo las falleras mayores de Valencia pueden lucir «pintes» con el escudo de la ciudad cincelado
De las miles de falleras que hay en la ciudad, tan sólo a dos se les hace, cada año, una peineta con el escudo de la ciudad. Raquel Alario y Clara María Parejo se han sumado a un cortísimo club de privilegiadas. Recibieron de manos de los cinceladores Castillo las piezas chapadas en oro que lucirán los días 27 y 28 de enero. Es, prácticamente, lo único que se conoce de cuanto estrenarán en el Palau de la Música junto a los aderezos, que son un modelo clásico de la Verge. Nadie más puede ni debe arrogarse la «doble ele» de la ciudad „salvo situaciones muy excepcionales, como las cortes de honor de 2014, que lo lucieron por ser el 75 aniversario de la Junta Central Fallera„. Ni una fallera debe caer en esa presunción ni hay cincelador que se precie que lo haga a ningún precio.
La peineta grande luce, en el centro, el escudo y es de tonalidad mate, lo que permite que los bajorrelieves se noten con más nitidez: las barras, las letras coronadas, el «llorer», la corona y el «rat penat» con las alas extendidas. El emblema de la ciudad no es cualquiera. «Lo comprobamos con el material gráfico del ayuntamiento. No podíamos permitirnos coger ninguna versión inexacta» decía Jorge Castillo, el menor de la dinastía. Alrededor, motivos florales, que también se utilizan para las laterales. Todo absolutamente a mano.
La materialización de las dos obras corrieron a cargo del hermano mayor, Jesús „la de Raquel„, y el patriarca, Esmerado Castillo „la de Clara„. Es la primera vez que trabajan para la Junta Central Fallera y los tres fueron los responsables tanto de las dos peinetas como de las que llevarán las cortes de honor. «Cuando estás acostumbrado, sale sin problemas.
Seguramente son dos piezas importantísimas para nosotros, porque supone culminar un camino muy largo, pero se cincelaron sin problemas, sin rectificados y a la primera» rememora Jesús Castillo. «Si de este taller salen al año cerca de dos mil peinetas, la técnica está dominada». Además, porque los trabajos de alta responsabilidad no les son ajenos. Raro ha sido el año, desde que empezó el siglo, que las reinas de la fiesta no hayan tenido una peineta surgida del taller de Benicalap. Y además «llevamos años haciendo las de las belleas de Alicante, y también de las fallares mayores de muchas juntas locales».