Butifarradas, jornadas astronómicas, vivacs, fiestas de otoño, cursos de cocina… La relación de excusas esgrimidas por los Mossos d´Esquadra para no clausurar los centros de votación horas antes del 1-O fue de lo más variopinta. Los partes de comunicaciones de la Policía autonómica donde constan los centros de votación adonde se desplazaron los agentes el 30 de septiembre del pasado año, con la orden del Tribunal Superior de Cataluña (TSJC) de clausurarlos para evitar el referéndum ilegal, es una sucesión de “multitud de excusas” según el informe en el que la
Jefatura Superior de Policía de Cataluña detalla la abundante documentación, repartida en 36 cajas, intervenida por la Guardia Civil a los Mossos el pasado 26 de octubre antes de que intentaran destruirla en una incineradora de Sant Adrià de Besòs (Barcelona).
Entre los motivos esgrimidos por la Policía autonómica que habrían impedido cerrar los pseudocolegios electorales figuran “como más recurrentes”, señala la Policía, “la reparación de cosas dentro del colegio; que está abierto porque dan servicio al bar; que hay gente de todas las edades”, la presencia de menores y que en el interior se están llevando a cabo “actividades lúdicas y deportivas”. Esa nutrida relación de supuestos impedimentos para clausurar los centros de votación horas antes del 1-O también incluye la representación en los colegios de obras de teatro, “que hay personas durmiendo en su interior”, que se están celebrando “butifarradas”, jornadas astronómicas o fiestas de otoño, “que hay gente jugando a las cartas”, personas “haciendo vivac”, que se están llevando a cabo reuniones de la correspondiente AMPA (asociaciones de padres de alumnos) o actividades extraescolares, fiestas de inicio de curso o cursos de cocina, entre otras, “sin poder identificar al responsable en la mayoría de intervenciones”.
De hecho, los autores del informe constatan que en esas actuaciones previas a la jornada de votación “el único fin era notificar e informar de la ilegalidad del acto, no llevando a cabo ni una sola acción encaminada a desalojar y precintar” los colegios, como había ordenado la juez del TSJ de Cataluña.
A la Policía le ha llamado la atención que en la mayoría de los partes del 1-O, los Mossos utilizan “de forma recurrente” términos como “personas vulnerables”, “gran número de personas concentradas y en actitud de resistencia pasiva” y “presencia de niños” para justificar su inacción. “Lo cierto es que -añade- que en la mayoría de los casos al llegar las patrullas (dos agentes) a los centros, estos ya estaba abiertos o había personas concentradas en los accesos, lo cual hacía imposible cualquier actuación por parte de la exigua dotación policial”.
De hecho, la inmensa mayoría del material intervenido se produce “por entrega voluntaria de los responsables de los centros de votación (sobre todo urnas vacías o papeletas sobrantes)” o porque cuando llegan los agentes ya han concluido las votaciones, por lo que se llevan en realidad “el material restante o no utilizado”.
Por si fuera poco, en las actas donde se consigna que los centros fueron desalojados por Policía y Guardia Civil, los Mossos excusaron su inacción en el hecho de “estar ayundando a la evacuación de los heridos” provocados por la intervención policial, “cuando lo cierto es que en ninguno de los impresos se da cuenta veraz del estado o de las circunstancias en las que se encuentran dichas personas heridas”. En todo caso, puntualizan los autores del informe, “la atención a estas personas se habría de producir después de la intervención”.
El informe da cuenta, igualmente, de que las solicitudes de refuerzos tampoco fueron atendidas en su mayor parte: sólo en nueve de los 131 partes se deja constancia de la intervención de las unidades de orden público (ARRO) de los Mossos. Según la propia documentación intervenida a la Policía autonómica, los Mossos realizaron más de 6.700 actuaciones antes del 1-O, 2.240 actas de advertencia los días 27 y 28 de septiembre y otras 4.450 en las 48 horas previas al referéndum ilegal, consiguiendo impedir la votación en 446 colegios electorales (297 de ellos ni siquiera llegaron a abrir).
Fuente: La Razón