No por esperado resultó menos emotivo. Siete años de papeleos, reuniones, giras promocinales y lavados de imagen dieron ayer sus frutos cuando desde Addis Abeba (Etiopía) se decidía que las Fallas eran, por fin, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco.
El concejal de Cultura Festiva en el Ayuntamiento de Valencia, Pere Fuset, no ocultó las lágrimas de felicidad vía Facebook Live mientras a más de 8.000 kilómetros de distancia en el Salón de Cristal se brindaba con cava por el reconocimiento internacional.
«Es un premio al carácter cultural de la fiesta y para todos los valencianos y para quienes trabajan en el mundo fallero; un reconocimiento mundial que tiene muchas repercusiones, entre ellas la económica, pero especialmente la cultural, además de un aldabonazo a los miles de personas que trabajan a diario con los monumentos, el teatro, la música o la vestimenta fallera», expresó el alcalde Joan Ribó tras conocer la noticia.
Por su parte, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, calificó la designación como una «oportunidad de revivir» para el sector y «darle el relanzamiento que se merece a una fiesta que es única en la Humanidad», al tiempo que resaltó «el trabajo, la ilusión y la convivencia» que hay detrás de las Fallas. A su juicio, las fiestas josefinas «son convivencia, capacidad de hermanamiento entre unos y otros y eso es lo que al final hay, todos los sentimientos y valores que confluyen en las Fallas, como hecho cultural, social y solidario pero también como hecho de extraordinaria proyección internacional».
El Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio de la Unesco reconoció a las Fallas como una «tradición transmitida en el seno de las familias que refuerza la cohesión social y favorece la creatividad colectiva de las comunidades». Según este organismo, las fiestas josefinas «se basan en principios fundamentales como la libertad de participación y la igualdad», subrayándolas como «un ejemplo de igualdad de genero». Asimismo, valoró el «carácter satírico de los ninots, las figuras satíricas que dan forma a las fallas y construyen su mensaje, propiciando la comunicación y el diálogo entre los ciudadanos».
Pero la gran fiesta llegó por la tarde, cuando el mundo fallero se puso blusón y zapatillas y encaminó sus pasos hacia las Torres de Serranos, donde al grito de «¡Arriba!» se levantó un monumento de doce metros de alto que reproduce una columna clásica en cuya base se leen las razones que «aguantan» la fiesta y la han llevado al más alto nivel de reconocimiento internacional.
La quema de la falla tendrá lugar el próximo domingo como colofón de una jornada más solemne en la que, a las seis y media de la tarde, y desde estas mismas torres, la Fallera Mayor, Raquel Alario, protagonizará la tradicional Crida en la que llama a los valencianos a participar en la fiesta, pero en esta ocasión, su invitación se extenderá a toda la Humanidad.
Source: Comunitat Valenciana