Fotos de las calles de Valencia
Las calles no sólo cuentan la historia, sino que ayudan a entenderla. Y el nomenclátor de Valencia no es una excepción. Esta es la tesis principal de la primera aventura literaria del valenciano Luis Fernández. Topógrafo de formación y apasionado de la toponimia, propone en la ‘Las Calles y su historia’ (Editorial Drassana) un recorrido ameno por diferentes barrios de la ciudad que ayuda a conocer el por qué de determinados rótulos. A continuación se recoge una pequeña muestra de las historias que se esconden detrás de los nombres de las calles de Valencia.
1.- Las moscas de la plaza Mossén Milà | La influencia del pueblo, de las denominaciones vulgares y populares, sufrió un serio varapalo en el siglo XIX, cuando fueron depurados numerosos rótulos por considerarse inadecuados. El libro recoge varios ejemplos, como la plaza de las Moscas (actualmente de Mossén Milà), conocida así por la cantidad de insectos atraídos por las carnicerías cercanas al Palacio Arzobispal. Mitjagalta (más valenciana imposible) o Cagalabraga son otros ejemplos.
2.- La plaza de la Generalitat… catalana | Los tiempos convulsos de la guerra civil tuvieron su reflejo en el callejero. Tras el alzamiento de julio del 36 fueron muchos los personajes homenajeados en las calles que se recogen en el libro, que trata también el papel del pueblo, durante meses dueño y señor del nomenclátor. También hubo sitio para países amigos del bando republicano y para instituciones. Sólo citaremos un ejemplo por sus connotaciones actuales: la plaza Cánovas fue renombrada como plaza de la Generalitat Catalana.
3.-Lucrecia Bori y la solidaridad hacia un pueblo herido. | El libro dedica varios capítulos a rotulaciones temáticas, entre ellos el dedicado a la Riada, que derivó en numerosas denominaciones que recuerdan a municipios y personajes que se solidarizaron con el pueblo valenciano. En la Fuensanta pervive la calle de Lucrecia Bori, la soprano valenciana de fama mundial, por entonces residente en Nueva York, que impulsó una recogida de fondos para los damnificados.
4.- Doctor Zamenhof, la lengua universal | El autor del esperanto, el oftalmólogo ruso-polaco Ludwik Lejzer Zamenhof, tiene una calle en Valencia gracias al Grupo de Esperanto de Valencia, el decano de las asociaciones de la península ibérica. El doctor llegó a estar en Valencia en 1909, coincidiendo con la Exposición Regional, y su presencia no pasó para nada inadvertida, como se narra en el libro. Pese a que esta lengua universal tuvo especial predicación entre colectivos republicanos y libertarios, la calle no fue depurada durante el franquismo, aunque sí se retiró la placa original colocada en 1934. La actual, algo distinta, es una réplica.
5.- Passatge de Àngels i Federic. Homenaje a la reivindicación de un barrio | «Las figuras a las que honramos y perpetuamos en las calles no tienen por qué ser siempre las de ilustres escritores, magnánimos reyes o célebres médicos», escribe Fernández en el capítulo dedicado a Federic Feases y Àngels Brull, un ejemplo de que el nomenclátor, pese a su racanería histórica con sus conciudadanos, incluye perlas que sirven de excepción a la regla. Se trata de dos jóvenes del Cabanyal muy conocidos en el barrio por su actividad cultural y por la defensa de una rehabilitación que respetara su trama actual que fallecieron de forma trágica en 1989, en un día de fuertes vientos que tuvo graves consecuencias tanto en vidas humanas como en cuestiones de ordenación. El pasaje se sitúa en Ayora y no en su querido barrio.
6.- Ramón Duart, en honor a todo un cuerpo | Se trata de la única calle dedicada a los bomberos de Valencia. En realidad no es tanto un homenaje particular, sino en recuerdo de todos los profesionales del cuerpo que han perdido la vida en acto de servicio. En el capítulo que le dedica Luis Fernández repasa algunas de las actuaciones más importantes de los bomberos en Valencia. Ramón Duart llevaba poco tiempo en el cuerpo cuando perdió la vida en 1934 en el incendio de la fábrica de abanicos de Arturo Carbonell, que se extendió a varios locales contiguos.
7.- Plaza del Maestro Ripoll y la tenebrosa sombra de la Inquisición | El rótulo recuerda a Cayetano Ripoll, maestro de escuela en Ruzafa que ostenta el triste honor de ser la última víctima de la inquisición española (exactamente de la Junta de Fe, que asumió sus funciones). Murió en la horca en 1826 por sus creencias religiosas, consideradas contrarias al dogma imperante. Su nombre fue reivindicado por un concejal republicano en 1892 para rotular la plaza mayor de Ruzafa, pero el Ayuntamiento se lavó las manos. Más tarde llegaron más peticiones políticas y vecinales y se consiguió el rótulo, aunque se retiró durante el franquismo. El reconocimiento definitivo a este maestro de origen catalán, muy querido en su escuela y su barrio (entonces pueblo) tuvo que esperar al mandato del socialista Pérez Casado. Su calle está fuera de la Ruzafa actual.
8.-Calle de la Tripulación del Konsomol | Se trata de un ejemplo anecdótico que explica muy bien el fervor revolucionario del pueblo durante la guerra civil. La actual calle de Sant Ferrán se llamó durante algún tiempo Tripulación del Konsomol, en referencia a los marinos soviéticos que llegaron al puerto portando víveres (y se sospecha que armas para la República), por lo que fueron muy conocidos en Valencia. La noticia del hundimiento motivó el homenaje.
9.- Plaza Atleta José Andrés ‘El Roget’. El deporte en el callejero | Está dedicada «al primer referente del atletismo valenciano», José Andrés, y el autor aprovecha el pasaje para destacar la escasa presencia de deportistas en los rótulos de nuestras calles, curiosa paradoja respecto a la actual consideración social del colectivo. La persona elegida no es casual. Fue el primer atleta internacional valenciano, y las anécdotas que rodearon la petición de rotulación son de lectura obligada. Debido a su mote (era pelirrojo), no fue fácil conseguir la rotulación en pleno franquismo.