En el año 2004 el entonces presidente de Venezuela Hugo Chávez impulsó la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, más conocida como Alba. Hasta una decena de países se integraron en esta organización que llegó a ser un referente para la izquierda. Chávez presumía de una plataforma regional que encarnaba la independencia de Latinoamérica con respecto a Estados Unidos y que servía de escaparate del llamado Socialismo del Siglo XXI.
La Alba también fue una respuesta al Área de Libre Comercio de las Américas o ALCA. “Inicialmente la Alba comenzó como una asociación de gobiernos de izquierdas con ideas afines, reunidos por la petrodiplomacia de Venezuela en pleno auge de las precios de las materias primas en la década pasada”, afirma Harold Trinkunas, de la Universidad de Stanford. Sin embargo, la Alba comenzó a perder lustre con la muerte de Chávez en 2013, una tendencia que se vio agravada a medida que los gobiernos de izquierdas iban perdiendo poder en todo el hemisferio.
Pero hay otro factor clave que explica con más nitidez el ocaso de esta organización, como es la disminución de la producción de petróleo en Venezuela. La Alba se sostenía principalmente con los recursos venezolanos, mediante la transferencia de fondos compensatorios a sus socios, una estrategia que le servía a Caracas para conseguir lealtades de otros gobiernos de la región.
Pero la caída de los precios del petróleo y la crisis dio al traste con esta visión. Venezuela ha pasado de producir 2,9 millones de barriles en 2013 a 1,23 millones de barriles en la actualidad, registrando su peor nivel en las últimas décadas. Otra razón que explica la debilidad de los vínculos entre los miembros del Alba es, a juicio de Trinkunas, “la erosión del poder blando en Venezuela como consecuencia de su profunda crisis política y económica” que está viviendo el país en los últimos años.
En sus inicios, la Alba también ondeó la bandera antiestadounidense, pero el acercamiento de Cuba a Estados Unidos al final de la presidencia de Barack Obama contribuyó a enfriar el ardor antiimperialista que estaba en los genes de la alianza bolivariana. Sus portavoces aseguran que ha contribuido a mejorar la vida de los latinoamericanos mediante proyectos educativos y sanitarios.
Trinkunas considera que esta alianza de gobiernos “todavía tiene un propósito útil para el régimen de Maduro, ya que los pequeños países insulares del Caribe que son miembros del Alba continúan bloqueando las votaciones en la Organización de los Estados Americanos para tomar medidas ante la crisis de Venezuela”.
La alianza está integrada actuamente por Venezuela, Cuba, Antigua y Barbuda, Bolivia, Dominica, Nicaragua, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Granada y San Cristóbal y Nieves. Las islas caribeñas reciben de Venezuela petróleo a precios preferenciales en convenios que Maduro ha revitalizado en los últimos años.
Sin embargo, el pasado agosto, el presidente de Ecuador, Lenin Moreno, decidió sacar a su país de la organización. Moreno, que fue vicepresidente del bolivariano Rafael Correa, dio un giro derechista a su Gobierno hasta convertirse en un actor crítico con el régimen de Nicolás Maduro.
Hoy los líderes de los países que integran esta plataforma se han reunido en La Habana en la XVI cumbre del Alba. El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, dijo en la apertura que «entre nosotros no caben chantajes políticos ni de ninguna clase. La Alba es un paradigma incuestionable de solidaridad, cooperación y concertación entre sus miembros». Maduro, por su parte, propuso al resto de países “que nos podamos unir con una estrategia para liberarnos económicamente e ir juntos en la producción de riqueza».
Fuente: La Razón