Lorent Saleh: «La lucha sigue: mi celda no está vacía»

Cuatro años en las dos peores cárceles del Sebin en Caracas –la «Tumba» y el Helicoide– dejan una marca profunda e indeleble en el cuerpo y en la mente. Así lo reconoció ayer en Madrid el activista de derechos humanos venezolano Lorent Saleh durante su primera rueda de prensa tras ser liberado por el régimen chavista el pasado 12 de octubre. «Es difícil de explicar: aun extraño mi celda. Busco mi colchón para descansar», reconocía Saleh con la mirada perdida en los rincones del alma donde una parte de sí mismo aún escucha los torturas físicas que se producían a diario a presos políticos en la última de sus cárceles. Pese a todo, este activista de tan solo 30 años asegura que está muy lejos de haber tirado la toalla: «La lucha sigue. Mi celda no está vacía. En el momento en el que salí yo por una puerta metieron a un inocente por la otra». Actualmente hay 234 presos políticos en Venezuela y la cifra sube a más de 400 si se incluye a los líderes estudiantiles y a los activistas de derechos humanos. Más de 12.000 detenciones arbitrarias se han producido en el país caribeño desde que empezaron las protestas en 2014, abusos con los que la dictadura de Nicolás Maduro intenta prorrogar la vida del chavismo.

Especialmente espeluznante fue el relato que Saleh ofreció ayer sobre la vida en el interior de las dos sedes del Sebin donde estuvo recluido, la «Tumba» (donde pasó 26 meses) y el Helicoide (en el que estuvo preso los 23 últimos meses antes de su liberación y destierro). «El Helicoide es el lugar de la tortura dura, donde te encuentras el bastón de madera, la porra, y la corriente eléctrica. En la «Tumba» utilizan la tortura blanca: es el lugar del aire frío y el silencio y la vida sin color. El Helicoide es la decadencia de un sistema colapsado. En la «Tumba» notas la presencia de la Inteligencia cubana y su fría modernidad. Allí estás solo con tus temores. En el Helicoide estás tú con los narcos y los presos comunes».

La descripción que ofrece de la situación general de Venezuela es también desoladora. «En Venezuela se vive en una situación de terror generalizado. Hay una política de Estado destinada a aterrorizar a la población civil. El terrorismo de Estado es un hecho». La presión del régimen se hace sentir especialmente en la juventud porque «los jóvenes han sido una piedra en el zapato y, por eso hay un interés en que los jóvenes abandonen Venezuela». Hubo también palabras críticas en la intervención de Lorent Saleh, que compareció ante los medios acompañado de su madre Yamilé, que durante cuatro años luchó por su liberación. El activista recordó que «durante años hubo cierta complacencia en la comunidad internacional. Países europeos vendían al chavismo armas con las que nos mataban luego a nosotros. Esto ha sucedido hasta hace apenas unos años», lamenta el disidente.

Sin embargo la situación afortunadamente ha cambiado y en este sentido «el rol de la UE es fundamental». Para Saleh, además, está claro que «el régimen quiere conseguir oxígeno en Europa» y la fórmula para que esto no ocurra no debe ser «una fórmula mágica», ya que los «protocolos están establecidos y lo que pedimos es que sean efectivos. En Venezuela hay violaciones sistemáticas de los derechos humanos y hay un Estado de terror y la Justicia internacional establece qué es lo que hay que hacer».

Lorent Saleh hizo también un lúcido análisis de las técnicas utilizadas por el chavismo para mantener controlada a la población. «No necesitan meter en la cárcel a todos los periodistas. Basta con elegir a uno y darle muy duro y exponerle para que todos los periodistas se aterroricen. Éste es el sistema que utilizan con los políticos, con los activistas y con todo el mundo». Su valoración del estado actual de la oposición no fue muy optimista: «les veo muy golpeados y maltratados. Están cansados». Pero para este activista que recibió el Premio Sajarov en 2017, la solución no solo tiene que venir de la política: «Los gremios tienen un papel importante, no solo los partidos políticos. Éste es un problema de toda la sociedad, no de partidos. Creo que los cambios necesarios van más allá de las elecciones».

Pero fue en su relato personal más humano donde las palabras de Lorent Saleh dejaron mella. «Hay cosas que agradezco a esta etapa», aseguró en un momento determinado. «He conocido el valor de la paciencia. He podido encontrarme conmigo mismo y con Dios. Y una cosa muy importante también: me permitieron conocer el monstruo desde dentro, que es algo muy distinto que criticarlo desde fuera». Saleh aprendió en «La Tumba» que «el que tortura también es humano. Y también llora». Y ahí no acabaron las lecciones: «Ahora sé que alguien puede golpear y reírse. Y que alguien puede estar sangrando y estar en paz».

Fuente: La Razón

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