Una cosa es ponerse al lado de los Reyes en el besamanos del Palacio Real, y otra muy diferente sacar partido a unas palabras con el Jefe del Estado en una ronda de conversaciones para proponer presidente del Gobierno a las Cortes. Pero la ambición de Pedro Sánchez no conoce límites, y menos si está en campaña electoral. Todo vale con tal de parecer lo que no es. Pero no todo vale. Al menos en este caso. Porque si hacemos caso a lo que dice Sánchez en su libro, no sólo Felipe VI habría faltado al secreto de oficio, adelantándole el apoyo de Pablo Iglesias a la investidura, sino que además se habría implicado en un desbloqueo institucional que tampoco corresponde al monarca. En mal lugar deja a la Corona. Por eso ayer en Zarzuela estaban que fumaban en pipa. Alguien incluso sugirió alguna alusión en el discurso de recogida del Premio Mundial de la Paz y la Libertad, pero pensaron que no daba para tanto el libro al dictado –aunque escrito en primera persona– de un ex presidente del Gobierno. Comentarlo sí hubiera sido crear una crisis institucional donde solo había una colosal metedura de pata: nunca se cuentan las conversaciones con el Rey. Pero don Felipe ya estaba aleccionado desde la primera de las tres rondas de consultas que le ha tocado vivir en su reinado. Después de cada consulta todos fabulaban. Y ahora Sánchez. Como también dice que la Reina Letizia quería conocerle personalmente. Otra. Pues tampoco.
Por eso las palabras de Felipe VI aludiendo al Estado de Derecho y a las leyes como garantía de convivencia y democracia, parecían una alusión a lo que cada día escuchamos en el Supremo, pero también incluían el respeto institucional. Demasiado bien lo sabe Felipe VI tras la abdicación de su padre.
Por eso, las palabras de Pedro Sánchez, o su libro, o el que haya escrito el libro… deberían saber que el Rey no se va a mover un ápice –me lo recalcan a propósito- de sus competencias–. Ni por supuesto haciendo dejación de ellas como veremos el domingo y el lunes en el Congreso Mundial de móviles en Barcelona.
Y hablando de Cataluña. Son quizá las palabras de Pedro Sánchez sobre el independentismo, las que dan la clave para analizar su libro y algo más. Tras llegar a La Moncloa con el respaldo de los que quieren destruir España, pretende ahora convencernos de que ha convocado elecciones precisamente para no ceder ante sus pretensiones. Demasiado poco tiempo desde sus últimas cesiones. Teníamos ya un relator acordado y un llamado Derecho de autodeterminación sobre la mesa. ¡Pues menos mal que unos presos y un juicio han obligado a los independentistas a negar su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado!, porque en caso contrario seguiríamos negociando y tampoco podemos saber hasta donde, indultos incluidos.
Se ha convertido la política en los últimos meses en un ejercicio de análisis de palabras y declaraciones: que si Iceta dijo aquello, y Carmen Calvo luego lo confirmó. Ya nos hemos olvidado de analizar hechos, leyes, pactos… Por eso no es nada extraño que Sánchez haya tenido que escribir un libro. Quizá quiere que sigamos hablando de sus palabras. Y por eso también comprendo bien el silencio del Rey sobre el contenido. Habla sobre lo importante: el respeto a la Ley horas antes de viajar a Barcelona. Ahí no se caya.
Por eso, viendo esta forma de actuar me sorprenden aun más las palabras de Sánchez. Quizá sean solo eso: palabras suyas. Y en ningún caso del Rey.
Fuente: La Razón