Manfred Weber, presidente del PPE, tiene 46 años recién cumplidos y por la ilusión que le pone a cada respuesta, parece que tiene toda su carrera política por delante. De ahí que suene en las quinielas para ser el próximo presidente de la Comisión Europea. Desde el hotel del congreso del PP, donde recibe a LA RAZÓN, no ve riesgos de divisiones internas dentro del partido y alaba la gestión de Mariano Rajoy. «En las últimas elecciones europeas todo era sobre austeridad y lo que hizo Rajoy es un gran legado que es extremadamente valioso para nosotros de cara a los próximos comicios».
Sin preliminares, ¿es la migración el asunto que más divide y separa a la UE?
La crisis migratoria es, sin duda, el asunto actual más complicado que hay sobre la mesa. Lo llamaría la «herida abierta de la UE». Aún no hemos encontrado respuestas sólidas al respecto. Pero después de tres años –desde que comenzó la crisis en 2015, cuando llegaron alrededor de un millón de personas, principalmente por la ruta de los Balcanes– se ha debatido muchísimo. En mi partido, tenemos la sensación de que ya lo hemos discutido. Las soluciones están sobre la mesa. En mi opinión, principalmente son tres cuestiones las que necesitamos. Primero, es preciso el control de fronteras (fortalecer Frontex) y que se cumplan las reglas de Schengen para los ciudadanos extracomunitarios. Segundo, y para luchar contra los traficantes de personas, las mafias y la industria migratoria, es buscar la solidaridad en el seno de la UE. Es inaceptable que el primer ministro checo acuse a su homólogo italiano, Giuseppe Conte, por ser solidario. Necesitamos un mecanismo de solidaridad en la UE. Por último, en los años pasados era Siria la mayor fuente de refugiados. Pero al largo plazo será África. España ya tiene a África como importante asunto en su agenda y tenemos que invertir más en África y que sea crucial en la agenda política europea. Necesitamos apostar por un «Plan Marshall» para el continente y abrir los mercados europeos a los productos africanos. Sólo así podremos crear futuro en África.
¿Y este control de fronteras significa el fin de Schengen tal y como lo conocemos?
Ya hemos visto que Schengen está bajo presión. La Europa abierta y sin fronteras ya está bajo presión. Lo hemos visto entre Austria y Alemania, en Dinamarca, en Suecia, en Francia… Entiendo a los países del centro y este de Europa, como Viktor Orban, que expone que las fronteras deberían ser más estrictas. La UE debería garantizar a sus ciudadanos que conoce a todos aquellos que llegan a Europa. Una situación descontrolada como la de 2015, es inaceptable. Por lo que la precondición para todo es el control. En Frontex tenemos que contar con 10.000 agentes que tengan la capacidad de acudir inmediatamente hasta dónde estén los traficantes. Y las mafias son listas. Primero fueron a Grecia, luego a Italia y ahora España se está convirtiendo cada vez más en el objetivo de los traficantes. Estos países, que están más afectados, deben contar con la asistencia europea.
La llegada de Salvini al poder ha supuesto una enorme sacudida. Se están tomando algunas medidas parche, pero ¿puede España hacerse cargo de todos los barcos que rechace Italia?
Entiendo de alguna manera los problemas a los que se enfrenta Italia, porque Libia es el estado más crítico en la zona norteña de África y está muy cerca de las costas italianas y de Malta. Por eso comprendo que Italia haya dicho «basta», necesitamos asistencia. Pero hay algo que todos los políticos europeos debemos tener claro: hay que rescatar a la gente. No debe haber dudas al respecto. Porque rescatar a las personas significa simplemente que mostramos nuestro enfoque humanitario como Unión Europea. Nos definimos a nosotros mismos como un continente cristiano, si nos permitimos definir al continente como cristiano, entonces tenemos que salvar vidas. Por tanto, hay que rescatar, pero también destruir el modelo de negocio de la migración y el tráfico de personas. Y aquí hay que mostrar que ya hemos tenido éxito, como con el acuerdo con Turquía.
Merkel, en su última rueda de prensa, habló sobre el ministro Seehofer, que es de su partido. Dijo que si se está en una coalición hay que ceñirse a los compromisos. A la canciller no le gustó el ultimátum. ¿Habrá más rifirrafes entre la CSU y la CDU a la vuelta del verano?
Somos partidos hermanos, pero de vez en cuando tenemos conflictos. Esa es la realidad. Comparto la postura de Merkel de que en un Gobierno, la gente espera de nosotros, especialmente entre partidos de centroderecha, nuestros votantes esperan que si somos elegidos tenemos que hacer nuestro trabajo de una forma seria: hallar compromisos y es lo que tenemos que hacer en Alemania. Hay miles de cosas que hacer a nivel doméstico.
¿En qué punto estamos respecto al Brexit?
Nos estamos quedando sin tiempo, porque marzo es la fecha final pero la nuestra es octubre porque hay plazos que se deben cumplir en las votaciones en el Parlamento Europeo. El contenido debe estar finalizado en los próximos cuatro o cinco meses. Lo único positivo es que, por primera vez, tenemos la postura del Gobierno británico a través de su Libro Blanco. Pero quedan muchas negociaciones y probablemente, como apunta Barnier y también creemos desde la Eurocámara, el riesgo de entrar en marzo de 2019 sin un acuerdo es una realidad. No es imposible. Todos los responsables intentan evitarlo pero puede ocurrir. Para el mundo empresarial, es problemático.
Fuente: La Razón