La primera ministra de Reino Unido, Theresa May, acorralada por el sector más eurófobo de su partido y sus socios de Gobierno ha advertido a sus colegas conservadores, reunidos en un cónclave nacional, de que las divisiones internas en torno al acuerdo para abandonar la UE podrían catapultar al Partido Laborista al Gobierno y acabar con el Brexit, respondiendo así a las maniobras para acabar con su liderazgo.
Además, ha hecho hincapié en proteger «la fluida frontera en Irlanda del Norte» y ha reprochado al bloque comunitario la dureza con la que han tratado su plan de Cheques reiterando que el modelo de Noruega o Canadá «es inaceptable» para el Reino Unido.
Poco después de que un diputado tory, James Duddridge, haya anunciado que ha presentado en su grupo parlamentario una cuestión de confianza contra la primera ministra, iniciativa que podría expulsarla del Ejecutivo, la propia May ha apelado a la unidad para hacer frente a los desafíos del Brexit y del ascenso en las encuestas de la oposición.
May ha pronunciado este miércoles el discurso de clausura del congreso general que el Partido Conservador ha celebrado estos días en Birmingham, cuyo objetivo era poner el foco en las políticas del Gobierno, pero que finalmente ha servido de plataforma para quienes cuestionan la capacidad de la ‘premier’ para capitanear el Brexit.
Se esperaba que la mandataria respondiera a las duras críticas lanzadas el día anterior por su ex ministro de Exteriores Boris Jonhson, que la acusó de «engañar» a los británicos por decir que Chequers, como se conoce al plan del Gobierno para el Brexit, es la única opción y aseguró que hay «alternativas», si bien no las detalló.
La jefa de Gobierno no ha decepcionado. Ha irrumpido en el escenario contoneándose al ritmo de ‘Dancing Queen’ –ya sorprendió en su gira africana con un pequeño baile– y, tras un pequeño capítulo de bromas, se ha adentrado en un discurso cuyo mensaje esencial ha sido la unidad.
May ha restado importancia a las diferencias en el seno del Partido Conservador sobre el Brexit, porque ya las ha habido sobre otras cuestiones, si bien ha instado a los suyos a no abrir brechas insalvables: «No debemos ser un partido que se pierda en la ideología, sino que se funde en principios sólidos (…) Seguridad, libertad y oportunidades».
Para despejar las dudas internas, ha ratificado que no traicionará el resultado del referéndum de 2016. «La gente ya votó y votó por salir», ha enfatizado, descartando la posibilidad de celebrar una segunda consulta sobre la continuidad de Reino Unido en la UE.
También ha dejado claro su compromiso con el Brexit. «He estado trabajando día y noche durante los últimos dos años para conseguir un buen acuerdo para nuestra futura relación», ha destacado y ha sostenido que Chequers –como se conoce el plan del Gobierno para el Brexit– lo es.
En concreto, ha hecho hincapié en que «protegerá nuestra preciosa Unión» porque «la fluida frontera en Irlanda del Norte, pilar de la paz y la estabilidad, no cambiará». «Nunca romperemos nuestro país», ha reiterado, arrancando al público uno de los muchos aplausos que le han otorgado.
May ha reconocido que las negociaciones sobre el Brexit se encuentran en un punto frágil –«quizá la fase más dura»– y para continuar con éxito ha reclamado a la UE que muestre «respeto» a Reino Unido.
LA AMENAZA LABORISTA Y DESDE SUS PROPIAS FILAS
Si el Partido Conservador empieza a dispersarse en «varias direcciones», ha advertido, el Partido Laborista sacará rédito político de ello y pondrá en marcha su propio plan. «Nos arriesgamos a acabar sin ningún tipo de Brexit», ha augurado.
«Nadie quiere un buen acuerdo más que yo, pero eso no significa conseguir un acuerdo a cualquier precio», ha recalcado May, que se ha mostrado convencida de que «el Partido Laborista aceptará cualquier acuerdo aunque sea mala para Reino Unido».
Por eso ha urgido a sus compañeros de filas a poner «el interés nacional» por encima del interés político. «Nuestro país es un gran país, nuestro futuro está en nuestras manos. Hagámoslo juntos, construyamos un mejor Reino Unido», ha concluido visiblemente emocionada.
Poco antes de comparecer ante sus colegas en Birmingham, su compañero de partido había presentado una cuestión de confianza contra ella en el seno del grupo parlamentario.
«Esta mañana he escrito a Graham Brady (el líder del grupo parlamentario) para decirle que no tengo confianza en Theresa May», ha dicho Duddridge en una entrevista en Sky News.
En la carta, que ha recogido la misma cadena, Duddridge esgrime que el Partido Conservador «necesita un líder fuerte, alguien que crea en el Brexit y que sea capaz de darle al electorado lo que votó» en el referéndum de 2016. «La primera ministra parece incapaz de hacerlo», ha lamentado.
Duddridge se anticipa a posibles críticas indicando que siempre ha sido un «miembro leal» del partido. «Sin embargo, llega un momento en el que la lealtad ciega no es la manera adecuada de seguir adelante», ha considerado.
El Comité 1922, como se conoce coloquialmente al órgano de gestión parlamentaria del partido, cuenta entre sus funciones supervisar la elección de los líderes conservadores y todas las cuestiones relacionadas con ello, como las cuestiones de confianza.
Para derrocar al jefe del partido, al menos un 15 por ciento de los diputados conservadores deben enviar una carta al Comité 1922 declarando que han perdido la confianza en su líder.
‘The Telegraph’ publicó el martes que en el oficialismo existe consenso sobre la necesidad de que May abandone el cargo. Al parecer, la única duda es cuándo y se manejan dos escenarios: que aguante hasta las próximas elecciones generales o que renuncie el día después del Brexit.
May pretendía que este cónclave sirviera para reforzar su liderazgo. Sin embargo, la intervención que hizo el martes su ex ministro de Exteriores disipó por completo esta expectativa. Muchos conservadores miran a Johnson como su sustituto. El propio Duddridge ha valorado su «inspirador» discurso en Birmingham. Por ahora, el ex alcalde de Londres no se ha postulado abiertamente.
LAS LÍNEAS ROJAS DE QUIEN SOSTIENE SU GOBIERNO
Por si fuera poco para May la oposición dentro de sus propias filas, la líder del Partido Unionista Democrático (DUP) de Irlanda del Norte, Arlene Foster, le ha recordado este miércoles quien sostiene en el Gobierno y que su «línea roja» para el Brexit es que dicha provincia no quede aislada de Reino Unido.
«No puede haber una frontera bajo el mar irlandés», ha dicho la líder norirlandesa en BBC. «La línea roja es de rojo sangre», ha recalcado, haciendo hincapié en la importancia de mantener abierta la frontera con Irlanda para preservar los Acuerdos de Viernes Santo que pusieron fin al conflicto armado en la región británica. La frontera entre Irlanda del Norte e Irlanda es en estos momentos el principal escollo en las negociaciones entre Londres y Bruselas.
Esta cuestión se ha convertido además en fuente de tensión entre el Gobierno británico y el DUP, que garantiza la continuidad de May en Downing Street gracias a su apoyo parlamentario al Partido Conservador, que perdió su mayoría en las últimas elecciones.
Interrogada sobre si está preparada para votar contra May en un acuerdo sobre el Brexit, Foster ha respondido: «No queremos estar en esa posición». «Es muy importante que le metamos manos a estas cosas porque esto es la Unión, que es lo que me empujó a la política», ha señalado.
La eventual retirada del DUP en Westminster asestaría a la ‘premier’ un golpe mortal.
Fuente: La Razón