José Ramón Fernández, apodado el «gallego Fernández» y fallecido hoy en La Habana a los 95 años, fue un reconocido militar de carrera cubano que en los años 50 conspiró contra el régimen de Fulgencio Batista y se sumó a la Revolución triunfante en 1959, que le otorgó importantes responsabilidades.
El general y héroe de la República de Cuba José Ramón Fernández Álvarez, conocido popularmente en la isla como «Gallego Fernández» y uno de los dirigentes históricos de la Revolución más longevos, renovó su acta de diputado a la Asamblea Nacional en las elecciones celebradas en 2018 y era también asesor del presidente de los Consejos de Estado y de Ministros del país caribeño, así como integrante del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC, único legal).
Descendiente de padre y madre asturianos que se asentaron en la ciudad oriental de Santiago de Cuba, Fernández cursó la carrera militar en instituciones de cadetes y artillería de la isla y Estados Unidos, atraído por la disciplina y el orden, como solía decir en las entrevistas.
Fernández era subdirector de la Escuela de Cadetes en abril de 1954 cuando se involucró con un grupo de oficiales de la aviación y la marina de las fuerzas armadas del régimen de Batista que estaban descontentos y preparaban una conspiración, pero una delación los llevó al presidio de la antigua Isla de Pinos.
En aquella prisión comenzó a identificarse con el movimiento revolucionario «26 de julio» encabezado por Fidel Castro, tras el fallido ataque al cuartel Moncada que este lideró en 1953, la primera acción armada de la Revolución.
Cuando Castro llegó al poder el 1 de enero de 1959, Fernández estaba en la cárcel, pero sus relaciones con los revolucionarios del movimiento le permitieron salir del penal, tras lo cual abandonó el ejército y comenzó a colaborar con los revolucionarios, pero también a administrar una central azucarera.
Fue entonces cuando participó junto a otros exmiembros del ejército en una reunión con Fidel Castro, quien le encomendó la dirección de la Escuela de Cadetes de Managua, en La Habana.
Con su formación, Fernández se destacó como uno de los estrategas y más estrechos colaboradores de Fidel Castro en la batalla que derrotó la invasión de unos 1.500 exiliados cubanos que en abril de 1961 desembarcaron por Playa Girón y Playa Larga, en Bahía de Cochinos, apoyados por el Gobierno de Estados Unidos.
Su destacada participación en esa contienda le valió en 1961 un ascenso a comandante, la más alta graduación militar en la isla en aque momento, y posteriormente en 1996 fue condecorado con la Orden Playa Girón por Fidel Castro.
Fernández llegó a ser viceministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de la isla y a finales de 1970 pasó a ocupar su primer cargo civil, el de viceministro de Educación.
Dos años después fue designado titular de Educación, una de las carteras más importantes dentro del Gobierno cubano, en la que permaneció durante veinte años.
En 1990 fue relevado de esa responsabilidad y quedó únicamente como vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros, un puesto que había conjugado con la cartera de Educación.
Su gran afición por la práctica de deportes le valió un nuevo encargo, la organización de los Juegos Panamericanos celebrados en la capital cubana en 1991.
El «Gallego» Fernández mantuvo estrechas relaciones institucionales con representantes de los gobiernos autonómicos de España y el Partido Socialista.
En 2009 se le concedió la Medalla de Oro de Asturias, mientras que en 2004, durante su último viaje a España, recibió el título de «hijo predilecto» de Oviedo que le había sido concedido en 2000.
Tras la desintegración del bloque soviético, que sumió a Cuba en una grave crisis bautizada por Fidel Castro como «periodo especial en tiempos de paz», participó en diversas misiones en el extranjero para mejorar las relaciones comerciales de la isla y su abastecimiento.
La tarea de Fernández en aquella época se enfocó en las actividades protocolarias con las delegaciones españolas de visita en Cuba, así como en la recepción de la ayuda humanitaria que llegaba a la isla.
El veterano revolucionario, muy próximo a los hermanos Castro, dejó la vicepresidencia del Consejo de Ministros en 2012, pero mantuvo su escaño de diputado a la Asamblea Nacional del Poder popular hasta el final de su vida.
Fuente: La Razón