Nicolás Maduro se va

o hay retorno; Nicolás Maduro dejará el poder usurpado en Venezuela. La pregunta –y lo reseña muy bien el senador republicano de EE UU Marco Rubio– no es si habrá o no un cambio en Venezuela; la pregunta es cómo quiere el dictador dejar el palacio de Miraflores, la casa de gobierno: «¿Será una salida pacífica en la cual él abandona a todos los órganos de gobierno que sigue controlando y busca otro lugar donde vivir? o bien, ¿de forma sangrienta donde él no tenga futuro y posiblemente termine peor todavía?», agregó Rubio.

En veinte años de revolución chavista, no se habían dado condiciones tan claras para que, finalmente, esta larga y agónica lucha en contra de la opresión termine. Desde hace mucho tiempo se ha venido reclamando por una comunidad internacional decidida y frontal en contra de Maduro y su cúpula. Durante meses se ha venido trabajando para que la lucha de calle resurja desde las cenizas como el ave fénix. Desde hace algunos años, se implora un liderazgo opositor unido, dispuesto a conceder y sacrificarse con el propósito de poner al país en primer lugar. Esas tres vertientes están confluyendo en el mismo río, una senda que llevará al país a reencontrarse con la libertad.

La gran traba es la cúpula militar. Ni siquiera toda la Fuerza Armada Nacional Bolivariana… Maduro se sostiene gracias a la fuerza que imponen no más de quince uniformados, que ciertamente ostentan cuotas importantes de poder, pero que finalmente se encuentran divorciados de la realidad que viven sus subalternos. Es decir, no cabe duda de que el soldado raso pasa necesidades, le cuesta conseguir alimentos y medicinas, pero sobre todo, le cuesta pagar lo necesario para que su familia sobreviva al drama económico. Allí radica la nueva esperanza militar que logre cooperar en la separación de Maduro del poder usurpado.

El único retorno posible en la Venezuela de hoy es hacia la democracia y la libertad. Los próximos pasos tendrán que ver con la consolidación de Juan Guaidó como presidente (E) de Venezuela, con la conformación de una estructura paralela de gobierno a Maduro, que termine por desestabilizar aún más la legitimidad paupérrima del usurpador. Eso se logrará con el nombramiento de nuevos funcionarios en organismos claves. Seguidamente, y esperando finalmente que Maduro haya abandonado el poder en los próximos días o semanas, resultará imperativo la convocatoria de unas nuevas elecciones presidenciales. Eso permitirá calmar los ánimos y considerar nuevos caminos para el comienzo de la reconstrucción.

Maduro abandonará el poder. Esperemos que lo haga de manera pacífica. Eso solo dependerá de él. La comunidad internacional le ofrecerá caminos, alternativas. En la Venezuela de hoy, una amnistía y la concesión de que puedan retirarse a otro país, incluso con aquello que han robado, resulta lógico y recomendable. Eso evitará más derramamiento de sangre.

A Venezuela le urge recomenzar una nueva etapa. La mesa está servida para que ese sueño se convierta en realidad en los próximos días.

Fuente: La Razón

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