«No pueden venir sólo para cambiarnos las direcciones», lamentan residentes de zonas que consideran abandonadas por el Ayuntamiento |
Vecinos de las calles recién renombradas insisten en cuestiones pendientes en sus barrios
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Ahora la cultura, la democracia, el cine, la literatura o la fotografía tienen calle en Valencia. También tienen una vía rotulada a su nombre la maestra Alejandra Soler, la exministra de la República Federica Montseny o la impresora valenciana Jerónima Galés. Sin embargo, las 51 calles que han cambiado de nombre se ubican, en muchas ocasiones, en zonas de la ciudad que los vecinos consideran abandonadas por el Ayuntamiento.
Tras un proceso de participación en el que el Consistorio únicamente recibió dos alegaciones, el Ayuntamiento comenzó el pasado mes de septiembre a cambiar los nombres de las calles que recordaban al franquismo en virtud de la Ley de Memoria Histórica. Los nuevos rótulos incluyen tanto los nombres antiguos como los nuevos, que coexistirán un tiempo hasta que los residentes en las calles renombradas se acostumbren y actualicen sus datos en los distintos ficheros electrónicos.
Este proceso, poco contestado a nivel administrativo, ha provocado no pocas dudas en distintas asociaciones vecinales. La mayoría de las calles renombradas corresponden al grupo de viviendas Antonio Rueda, que fue construido por la Obra Sindical del Hogar en los años 60, por lo que incluía decenas de nombres que la Universitat de València consideró, en un informe realizado en 2016, que incumplían la Ley de Memoria Histórica. El abandono en este barrio es evidente y se deja notar en sus calles, ocupadas por las tardes por decenas de niños que juegan en sus parques o en los soportales de los distintos edificios. Se trata de una zona con muchos niños y jóvenes porque en el mismo barrio se encuentra en IES Cid Campeador, pero al que le faltan servicios básicos, como denuncian los vecinos, que dicen que el Consistorio «no puede acudir sólo a cambiar los nombres».
La ahora llamada plaza Arquitecto Francisco Javier Goerlich Lleó, anteriormente conocida como Federico Mayo, es uno de los enclaves más olvidados del barrio de Ayora, en el distrito de Camins al Grau. Los residentes han reclamado en varias ocasiones que se dignifique la plaza y se le dé un uso al edificio escolar que hay en ella, que ahora parece que podría llegar a albergar una biblioteca municipal.
El recorrido por las zonas olvidadas pero con nuevo nombre termina en la calle General Urrutia, ahora Militar Amado Granell Mesado. Los vecinos exigen al Ayuntamiento que cuide más la vegetación de los parterres centrales y de los parques situados en los laterales de la citada avenida.
Suciedad en la obra social franquista
El grupo de viviendas Antonio Rueda y, en definitiva, todo el barrio comprendido entre las calles Santa Cruz de Tenerife, Archiduque Carlos, Tres Forques y la avenida del Cid es uno de los más afectados por los cambios de nombre. Vías como Luis Sanjuán (Matemática Ada Lovelace), Juan Antonio Valero de Palma (Escultor Antonio Ballester Vilaseca) o Francisco Llobell (Política Federica Montseny) han sido renombradas, pero con estos cambios no desaparecen problemas enquistados en el barrio. De hecho, hay cierto temor entre los vecinos a que algunos de ellos se «olviden» en el Consistorio.
Y es que un simple paseo por esta zona de Valencia evidencia esas deficiencias que denuncian los vecinos en corrillos junto a la parroquia San Gabriel o en cualquier soportal de la zona. Se trata de un polígono de renta limitada, destinado a 1.002 viviendas subvencionadas, que se desarrolla en una extensa superficie trapezoidal. Se empezó a construir en 1965 y se terminó entre 1969 y 1970. Son cinco unidades residenciales de unas 200 viviendas constituidas por dos bloques paralelos de siete plantas y otro de cuatro alturas ortogonal a los anteriores que confinan un espacio ocupado por jardines, equipamientos y un grupo de viviendas unifamiliares y es salió de los despachos de la Obra Sindical del Hogar.
Los vecinos de la zona critican el mal estado de los parques y jardines, como el situado en la calle Política Rosa Estruch o el de la esquina de esa calle con María Montessori. Por ahí pasea a su perro Ernesto, residente en el barrio «de toda la vida», que lamenta «el lío» que el Ayuntamiento ha creado con el cambio de nombre. «Menos tonterías y más venir a limpiar, que hay ratas como gatos», lamenta. En otros puntos del barrio son habituales las pintadas. Entre las calles Literatura y Fotografía (antes José María Osset y Carme Tronchoni, respectivamente), un solar se ha adecuado como aparcamiento por los problemas para estacionar que hay en el barrio, mientras que en la zona más cercana a Tres Forques falta iluminación público bajo los soportales de los edificios.
Parques solitarios para un general republicano
La avenida General Urrutia, que une Peris y Valero con el Bulevar Sur, ahora se llama Militar Amadro Granell Mesado. La Asociación de Vecinos Avenida de la Plata-General Urrutia ha solicitado esta misma semana a la concejalía de Cultura que retire el nombre del militar republicano de Burriana que liberó París de los nazis el 26 de agosto de 1944 y renombre a la calle con la denominación de la ginecóloga Manuela Solís Claràs, la primera mujer licenciada en Medicina por la Universitat de València que ahora tiene la calle que antes tenía Amado Granell, en Font d’En Corts.
Así lo confirmó ayer el presidente de la entidad, Francisco Jiménez, que además criticó el estado de buena parte de la avenida. En el entorno de la misma se encuentran distintas instalaciones deportivas en desuso que los fines de semana solían ser ocupadas por personas inmigrantes que organizaban fiestas en los parques y jardines de la zona y que levantaban las críticas de los vecinos por las molestias que provocaban por el ruido, los olores y la suciedad.
Parece que esa situación ha mejorado, pero el estado de las zonas verdes no lo ha hecho. «Hemos pedido muchas veces que vengan a recortar pero vienen a podar sólo frente a la asociación de vecinos y no tocan nada más», criticó Jiménez, que desveló, además, que en otros puntos como en el bulevar central de la avenida y en el entorno de la estación abandonada de la T2 que nunca llegó a construirse «las malas hierbas crecen descontroladas».
Y eso que en junio de este mismo año, Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana, coincidiendo con el anuncio de la reanudación de las obras de la T2, anunció el inicio de los trabajos de mantenimiento y conservación de esta línea, adjudicados a mediados de mayo por más de 800.000 euros para los dos próximos años. Las actuaciones comenzaron por los tramos en superficie de la plataforma tranviaria de las calles General Urrutia y Antonio Ferrandis, donde la maleza tiene tomado todo el trazado, al tiempo que también se empezó a trabajar en los tramos subterráneos, según informó la conselleria el pasado verano.
Francisco Javier Goerlich recibe una plaza casi abandonada
Pese a los constantes intentos de la Asociación de Vecinos Marítimo-Ayora, sus peticiones al Consistorio para que se reurbanice la plaza Federico Mayo (ahora Arquitecto Francisco Javier Goerlich Lleó) han caído en saco roto. Tanto ha sido así que el cambio de nombre de la plaza ha llegado antes que importantes negociaciones con el consistorio sobre el estado de «el bloque», como se conoce en el barrio a los edificios que conforman la citada plaza.
Representantes de la asociación vecinal y de la concejalía de Patrimonio del Ayuntamiento de Valencia se reunieron el pasado martes. En este encuentro, los residentes insistieron en darle un uso al edificio escolar situado en la plaza. Aunque en su momento se planteó que albergara la sede de la Universidad Popular del barrio, lo cierto es que la instalación educativa ya se encuentra en el Palacete de Ayora, en el jardín homónimo. Por ello, en esa reunión, tal como ha podido saber este diario, manifestaron la preocupación que reina entre los vecinos por el abandono tanto del edificio como de la plaza. La concejala trasladó que varios departamentos están interesados en el inmueble entre ellos la Universidad Popular y Cultura. Dado que el edificio no requiere gran inversión esperaba darle una solución en dos o tres meses. Los vecinos creen que hay que darle uso «lo antes posible, tanto por la seguridad el edifico como para poder rehabilitar la plaza en su conjunto». También se reunieron con Urbanismo para interesarse por el proceso de transformación del uso escolar de la parcela.
Cientos de familias viven en el bloque y la plaza interior se utiliza como parque todas las tardes, pero el estado del firme es muy mejorable, la vegetación se encuentra en mal estado y hay basura acumulada en determinados puntos. Los vecinos del barrio han organizado decenas de acciones de protesta en la plaza, para insistir en que el Consistorio actúe en el enclave. Los residentes han llegado incluso a plantearse actuar ellos mismos en la plaza para evitar la degradación de la misma y ha habido hasta reuniones entre ellos para proponer alternativas de uso para esta plazoleta interior.