Alrededor de 450 inmigrantes rescatados ayer en el Mediterráneo Central procedentes de Libia esperan a conocer su destino tras un nuevo pulso entre Malta e Italia, mientras desde Roma se propone su reubicación entre los países de la Unión Europea. Los 450 inmigrantes partieron en la mañana del viernes en una barcaza desde la costa libia, presumiblemente del puerto de Zuara, cercano a la frontera tunecina, y tras llegar casi a Malta, corrigieron la ruta para dirigirse a las islas italianas de Lampedusa y Linosa. En esa zona, a la que llegaron después de entrar en área de búsqueda y rescate maltesa, fueron evacuados en la mañana de ayer a un barco de la Guardia de Finanza (policía fronteriza) y a otro de la agencia europea Frontex.
En concreto, 266 inmigrantes han sido acogidos en la nave italiana «Monte Sperone» y otros 176 en la patrullera «Protector» del ente europeo, según fuentes del Gobierno de Roma. Por otro lado, un total de ocho inmigrantes, niños y mujeres, una de ellas embarazada, fueron trasladados a Lampedusa para proporcionarles asistencia médica, ya que algunos presentan graves signos de desnutrición, según informaron los medios locales.
Ya a bordo de embarcaciones seguras, por el momento se desconoce dónde desembarcarán los inmigrantes, pues tanto Italia como Malta, los dos países seguros más próximos, se niegan. La Valeta señaló en un comunicado que recibió la notificación de la presencia de la barcaza, pero que ésta se encontraba más cerca de Lampedusa (a 53 millas náuticas, unos 98 kilómetros) que de Malta (a 110 millas, 203 kilómetros).
No obstante, el ministro del Interior, Matteo Salvini, ya avanzó en la tarde del viernes que no permitiría que la barcaza llegara a ningún puerto italiano. El primer ministro, Giuseppe Conte, mantuvo ayer una «larga y cordial» conversación telefónica con Salvini para abordar esta cuestión y son tres las «hipótesis» que se barajan, según indicaron fuentes gubernamentales. En primer lugar, Conte se plantea pedir la «reubicación inmediata» de los 450 inmigrantes en otros países de la Unión Europea, y con ese fin tenía previsto escribir al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y al del Consejo, Donald Tusk. Esta intención va en la línea de lo reclamado por Italia a la UE en materia migratoria, mayor reparto de la solidaridad, y tiene como precedente más próximo el caso de la nave «Lifeline», acogida en Malta y los refugiados de sus 230 rescatados que se distribuyeron en nueve países.
Otra alternativa sobre la que hablaron Conte y Salvini fue la de mantener a los inmigrantes a bordo de las dos embarcaciones militares hasta que se les identifique y se tramiten sus eventuales solicitudes de asilo, evitando así su desembarco en el país. Y por último también se planteó la posibilidad de contactar con las autoridades de Libia «para un eventual regreso», a pesar de que los distintos organismos que operan en ese Estado fallido norteafricano lo describen como un infierno a causa de la violencia y las mafias. Esta última opción ha recordado a cuando el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó en 2012 a Italia por expulsar a Libia a 200 inmigrantes, violando así varios artículos del Convenio Europeo de Derechos Humanos.
Fuente: La Razón