Objetivo de Puigdemont: elecciones a partir del 27-O

No es la primera vez que el nacionalismo catalán intenta unificarse bajo un mismo paraguas y un mismo liderazgo, en una suerte de movimiento peronista a la catalana. Lo intentó Pujol cuando casi fagocita a la ERC presidida por Heribert Barrera y difuminó en su seno a Unió Democràtica. No fructificó porque los Àngel Colom, Carod Rovira, Puigcercós o Ridao lideraron una revuelta en el seno del partido republicano que lo alejó de esa idea. Le siguió Artur Mas con la constitución de la Casa Grande del Catalanismo para garantizarse la victoria en las autonómicas. Había ganado dos veces, pero CDC fue incapaz de alcanzar el poder ante el tripartito.

Ahora lo intenta Carles Puigdemont con su Crida Nacional. El espacio político es el mismo, el centro derecha catalán y un único objetivo: la independencia y la República. ERC, Demòcrates –los democristianos independentistas– y la CUP han enmarcado este movimiento en la refundación de Convergència, anulando las actuales estructuras políticas –el PDeCAT– y difuminando la ideología conservadora que prevalece en este segmento. «Confunden unidad con uniformidad», dijo el presidente del Parlament, Roger Torrent, de ERC. A este movimiento peronista catalán sólo se ha sumado Reagrupament, la escisión de ERC más derechista, y es visto con muy buenos ojos por la Asamblea Nacional Catalana.

Un solo partido, un solo líder y sólo una ideología son los elementos que nutren a este movimiento que se ha presentado y se constituirá en septiembre o, como tarde, en octubre, haciéndolo coincidir con el primer aniversario del 1-O. La clave está en el papel del PDeCAT, por lo que aumenta la tensión ante el congreso que se celebra este fin de semana. «Si gana Marta Pascal, el PDeCAT pondrá sus condiciones para definir su papel en el movimiento Crida Nacional», apuntan fuentes cercanas a la actual dirección que al tiempo, reconocen que «si ganan los críticos estas condiciones desaparecerán y el papel del PDeCAT, también». Josep Rull, Jordi Turull, Jordi Sánchez y Joaquim Forn han enviado una carta a la dirección del partido para que el PDeCAT se someta al «liderazgo de Puigdemont». El desánimo entre los seguidores de Pascal es evidente. La presentación del movimiento y el rechazo de Puigdemont a asumir la presidencia del PDeCAT son interpretados como la estocada final.

Estas maniobras provocan la reacción del resto de fuerzas independentistas (ERC, CUP, y Demòcrates), que recelan de este movimiento «de derechas». «Corresponde a una estrategia muy estudiada que tiene como gran objetivo anular a una incómoda ERC», apuntan fuentes conocedoras de las interioridades del independentismo. «Puigdemont quiere monopolizar la Diada y los actos del 1 de octubre. Entre estas dos fechas constituirá su movimiento, y si encima Alemania lo extradita, Junts per Catalunya intentará apropiarse también de la calle y convertirlo en un gran líder. Este es el momento elegido para convocar elecciones», aseguran.

El propio presidente catalán dio pábulo a esta opción cuando dijo, tras entrevistarse con Pedro Sánchez, que podría convocar elecciones a partir del 27 de octubre. En ERC no descartan esta opción. Sin embargo, la procesión va por dentro. Las presiones a los republicanos se multiplican ante las municipales. Junts per Catalunya está intentando constituir una única candidatura independentista, de momento con escaso éxito. Puigdemont quiere una lista única y está buscando un candidato para unificar al PDeCAT, a los colectivos que dan apoyo al independiente Jordi Graupera y a ERC. Los republicanos se niegan, por lo que adelantaron las primarias internas para reelegir a Alfred Bosch. Se sienten objetivo de Puigdemont y reconocen que sus relaciones no están pasando por su mejor momento. De hecho, Puigdemont y Junqueras no tienen ningún tipo de contacto epistolar. Mantienen el tipo porque «las encuestas no apuntan lo mismo que dicen en JxC. ERC es un partido de referencia y tiene sus propios liderazgos». Puigdemont, a pesar de estos traspiés, sigue su hoja de ruta. Este fin de semana, liquidar la resistencia de Marta Pascal. En septiembre y octubre ser la referencia de la Diada y el aniversario del 1-O. Formalizar su nuevo partido. Si es extraditado, colocarse como el referente icónico del independentismo con máxima presión en la calle. Para culminar, el títere Torra convocará elecciones para ultimar su gran objetivo: reducir a ERC.

Fuente: La Razón

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