Orgullosos de nuestras Fuerzas Armadas, por Margarita Robles

Celebramos este año el 40 aniversario de nuestra Constitución. Un texto que nos permite desarrollar un marco de paz, de convivencia, de derechos y libertades. Una norma que ha permitido una España moderna y pujante, punto de referencia científico, intelectual, artístico, entre otras muchas áreas, en Europa y en el mundo.

Y en ese marco nuestras Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, cumplen la más alta misión que les otorga el artículo 8 de nuestra Carta Magna: defender y proteger esos valores constitucionales, que garantizan todos nuestros ámbitos de convivencia.

Tenemos unas Fuerzas Armadas de las que España tiene que sentirse profundamente orgullosa. Hombres y mujeres altamente preparados y cualificados, dispuestos a darlo todo, incluso la vida, por defendernos a todos y a cada uno de nosotros.

Unas Fuerzas Armadas que son un ejemplo en el mundo y un referente obligado en todas las misiones internacionales que realizan bajo el paraguas de Naciones Unidas, la Unión Europea y la OTAN, defendiendo con empeño los valores de paz y libertad que proclama nuestra la Carta Magna y también el artículo 1 de la Carta de Naciones Unidas.

España tiene un deber de gratitud con los hombres y mujeres de nuestras Fuerzas Armadas. Su prestigio, entrega y generosidad representan los valores de esa España moderna, unida, con liderazgo internacional. Y lo hacen sin esperar nada a cambio.

Por eso hoy toca felicitarles en el día de la Fiesta Nacional, pero sobre todo, agradecer el trabajo dedicado y silencioso de esos 120.000 hombres y mujeres que cumplen con la misión de garantizar la defensa y bienestar de toda la sociedad española. Sin ellos, nuestra seguridad no sería posible.

Como Ministra del Gobierno de España, y como siempre digo públicamente, me siento profundamente orgullosa de nuestras Fuerzas Armadas y estoy segura de que todos los españoles comparten esa misma satisfacción. ¡Sois un orgullo para todos!

Fuente: La Razón

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