Fiel a su inquebrantable compromiso culinario Junior Franco y su restaurante Origen Clandestino llevan ocho meses de vida, con una concluyente actividad creativa. Desde su Manizales natal, en la Colombia cafetera, donde germinó su afición magna hasta al histórico barrio del Carmen valenciano hay un largo recorrido.
Cocina de larga meditación improvisada, un viaje introspectivo a la semilla de los territorios de la infancia colombiana, sin pasar por alto las sugerencias niponas y los guiños mediterráneos. Con ambas cocinas sintoniza durante su exilio académico, tras pasar por las catedrales culinarias de Riff, Kabuki, Diverxo y coger músculo en Suculent. Referentes culturales en los que apoya sus composiciones. Son los territorios en los que se desenvuelve, en un viaje gustativo de ida y vuelta, siempre anexionado a la fusión atrevida con un sello personal.
Nos adentramos en tierra ignota. Sentimos curiosidad. Un cocinero empieza a ser libre el día que pierde el miedo a experimentar, caben las demasías y los excesos. Esa concepción escrupulosamente creativa de su cocina queda de manifiesto en platos como la Ostra Valenciana con maracuyá y aji amarillo peruano. Una declaración de principios.
Sus menús suelen ceñirse a un ilimitado metraje de sabores y sensaciones, donde prevalece la sorpresa gustativa, ceviche de quisquilla con lulo y yuzu. La magia y la sensibilidad no pasan inadvertidas ante nuestro paladar. El crecimiento cualitativo es exponencial conforme avanza la comida. Se masca la alegría gustativa: croqueta de pollo curry tailandés y anguila glaseada con tamarindo y caña de azúcar.
Source: Comunitat Valenciana