El PDeCAT arrancó ayer su congreso en plena guerra fría, con la formación fracturada entre los partidarios del ala más pragmática que representa la coordinadora general, Marta Pascal, y los que secundan la vía drástica de Carles Puigdemont y ante la amenaza creciente de que se produzca una escisión tras el cónclave que termina mañana. De momento, Pascal aguanta y se resiste a dar un paso al lado que llevaría a la formación a diluirse en la Crida Nacional per la República, el nuevo movimiento del ex president de la Generalitat.
El órdago lo han lanzado Puigdemont y su círculo de afines a lo largo de toda la semana: primero, presentaron la Crida, un movimiento independentista que transformará en partido político en otoño y con el que esperan absorber al PDeCAT: después, el ex president trasladó en una reunión de alcaldes en Berlín que dejaría la formación si Pascal optaba a reeditar su liderazgo; y por último, pactó con Quim Torra que el actual president no acudiera a la inauguración del congreso pese que inicialmente constaba en su agenda.
Una opa en toda regla que la propia Marta Pascal ha tratado de evitar a toda costa con maniobras de última hora para seguir manteniendo el control de un partido autónomo que no sucumba a los intereses del ex president de la Generalitat a la primera. Por ello, la aún coordinadora general demócrata se desplazó ayer por la mañana hasta la cárcel de Lledoners con el objetivo de reunirse con los ex consejeros del PDeCAT presos –Jordi Turull, Josep Rull y Joaquim Forn– para llegar a un pacto «in extremis». El acuerdo pasaría por ampliar la dirección para integrar al sector crítico y caminar hacia la confluencia con el movimiento de Carles Puigdemont sin perder la centralidad del soberanismo, algo que parece no convencer al entorno del ex president.
De hecho, los tres ex consejeros presos con los que se reunió ayer Marta Pascal forman parte de la corriente que apoya a Carles Puigdemont y cuya cabeza visible es el alcalde de Molins de Rei, Joan Ramón Casals. Su propuesta pasaría por incluir a Pascal en una ejecutiva plural pero restarle protagonismo, otorgarle un papel secundario y optar por la disolución dentro de la Crida Nacional per la República.
Una vía que la propia Pascal rechazó en su llegada al congreso asegurando que no piensa dar un paso atrás y que presentará batalla para seguir liderando la formación. Es más, la aún coordinadora general del partido intentó rebajar la escalada de tensión y aseguró que no ve «diferencias de fondo insalvables» para pactar una candidatura de consenso. «No ha habido ningún pacto rechazado, ni nada roto. Al contrario, estamos trabajando. Estamos esperanzados. Creo que nos pondremos de acuerdo», resumió.
Sin embargo, el desencuentro con Puigdemont parece profundo: no hay prevista ninguna intervención en directo del ex president, algo que sería normal teniendo en cuenta que es su dirigente más destacado. Como máximo podría haber un vídeo grabado. También se ha interpretando como un plantón a Marta Pascal la ausencia de Quim Torra, alineado con la corriente de Puigdemont. Ahora queda por ver si los críticos acaban presentando una candidatura alternativa a Pascal que se votaría mañana.
Fuente: La Razón