El Real Monasterio de la Zaidia de Valencia don Jaime I y doña Teresa
Valencia fue una ciudad considerada como conventual, por los muchos que había. Dentro y fuera de sus murallas. Varios de ellos de gran porte, y como era habitual, como lugar de residencia de damas de gran alcurnia, hasta de reinas consortes. También lugar de destino de quienes optaron por su retiro y oración, en sus pequeñas celdas o paseando las pandas de sus claustros
Historia
El Real Monasterio de la Zaidia se había construido en aquel leve altozano que se encontraba entre el río Turia y el final de la Rambla en el arrabal de Marjalena situado en el septentrión de la Valencia de extramuros.
“La Zaidia. No menos renombrado, ni menos suntuoso, ni menos histórico que los grandes monasterios de aristocráticas religiosas existentes o que han existido en varios puntos de España, como las Huelgas de Burgos, las Dominicas reales en Medina del Campo, las Salesas, las Comendadoras de Calatrava y otras de Madrid y de diferentes ciudades de la Península, es el histórico y celebradísimo monasterio de la Zaidia en Valencia, fundado en 1260 por doña Teresa Gil de Vidaure, a quienes algunos historiadores han colocado en el catalogo de las reinas católicas, como presunta esposa de Don Jaime el Conquistador”. -Juan B. Perales.-Tradiciones Españolas, Valencia y su provincia.-1882.
Para sintetizar diremos que Jaime I, el -hom de fembres- se casó tres veces o tuvo tres mujeres legítimas: doña Leonor de Castilla, doña Violante de Hungría y doña Teresa Gil de Vidaure. Con la primera contrajo matrimonio muy joven, casi en la pubertad, a los trece años, y tuvo con ella un hijo llamado Alfonso, que falleció en 1260, pero cansado muy pronto la repudió alegando parentesco, volvió a contraer matrimonio con doña Violante de Hungría, con la que tuvo a Don Pedro, que le sucedió en el reino de Aragón; a Don Jaime, que heredó el de Mallorca, los Estados de Rosellón y Montpeller; a don Fernando, que murió niño; a Don Sancho, que fue arzobispo de Toledo; a doña Violante, mujer de Alfonso el Sabio; a Doña Constanza, esposa del infante don Manuel, hermano del rey don Alfonso; a doña Sancha, que se hizo monja y murió en Jerusalén; A doña María, religiosa también, y a doña Isabel, esposa de Felipe III, el Atrevido, hijo de San Luís de Francia, y muerta doña Violante, solicitó de amores a una viuda y dama principal del reino de Navarra, llamada doña Teresa Gil de Vidaure, la cual no accedió a sus deseos si no se legitimaba la unión por el sacramento ante la Santa Madre Iglesia, don Jaime I casó con ella en secreto, y tuvo dos hijos don Jaime, señor de Jérica, y don Pedro, señor de Ayerbe. Doña Teresa Gil de Vidaurre cuyas características más notables fueron su belleza, inteligencia innata, prudencia, su magnanimidad y su gran personalidad dones que le valieron ser considerada como una de las mujeres más influyentes de los reinos de Aragón.
La historia es como sigue, fallecida la reina Violante de Hungría, D. Jaime y Doña Teresa, viuda de don Sancho Pérez de Lodosa, se convierten en matrimonio Morganático. En 1255 Jaime I mediante documento público otorga el castillo de Jérica. Dos años después le daría las villas de Bejis, LLiria, Andilla y Altura. De relación entre Jaime I y doña Teresa nacieron dos hijos, Jaime de Jérica el primogénito y después Pedro de Ayerbe. Sin embargo, la agitada vida amorosa del hom de fembres hizo que en los primeros años de la década de 1260 abandonase a Doña Teresa Gil de Vidaurre, con el pretexto de que la señora había contraído la terrible enfermedad infecciosa de la lepra. Doña Teresa, reclamó antes las instancias vaticanas la defensa de su matrimonio con la prueba de la promesa dada en su día por el rey. Pero su valedor y testigo de aquel juramento había fallecido, por lo que no pudo ser probado el hecho. No obstante el papa Clemente IV lo resolvió indicando que el matrimonio se había legitimado por la unión carnal. Don Jaime, inmerso con nuevos avatares amorosos pretendía enmaridarse nuevamente con Berengüela Alfonso, hija del infante Alfonso de Castilla. Doña Teresa Gil de Vidaurre, victima del amor que sentía por su esposo unido al sufrimiento y por la terrible enfermedad que le aquejaba se retiró de la vida seglar para abrazar la vida religiosa y por ese gran motivo decidió fundar en Marjalena/Marchalenes el Real Monasterio Cisterciense de la Zaidia donde murió Doña Teresa, en su particular aposento llamado el Realet.
En 1665, con motivo de una maravillosa curación operada en una monja del convento, se abrió el sepulcro, y el cuerpo de doña Teresa fue hallado incorrupto; a fines del siglo XVIII, según lo testifica el padre J. Teixidor. El respeto que merecía Doña Teresa Gil de Vidaurre en el reino de Valencia viene demostrado que hasta finales del siglo XVII en el puente de Serranos habían colocadas cinco estatuas sobre sus barbacanas y una de ellas era Doña Teresa Gil de Vidaurre.
La Zaidia aparte de su grandiosidad le cabe el honor de que entre sus muros discurrieron momentos trascendentales de la vida de los reinos de Aragón, Valencia y los condados de Barcelona, Lérida y Gerona y anteriormente la dinastía árabe de los Mardanis.
Jaime I, el monarca guerrero y mujeriego desde antes y después de contraer la enfermedad de la lepra Doña Teresa Gil de Vidaurre su tercera mujer.
El Real Monasterio de la Zaidia fue morada de los Reyes Católicos y de otras de las más relevantes personalidades cuando visitaban Valencia. “Los restos mortales de Teresa, recibieron sepultura en el Real Monasterio de la Zaidia, de Valencia, que ella había fundado algunos años antes. El óbito de Doña Teresa, sucedió el día 15 de julio de 1285, según testifica el investigador J.B. Viñals Cebriá, quien personalmente lo pudo comprobar el día de la comunión de su hijo el 9 de junio de 1963, por la existencia de una lápida mortuoria de mármol color negro que había hasta entonces en el desaparecido Real Monasterio de la Zaidía, en Marchalenes, Valencia”.
Recibía el nombre de «Real Monasterio de Santa María de Gratia Dei» por tratarse de una fundación real. Convento fundado según su acta de fundación en 1265 por la tercera esposa del rey Jaime I el Conquistador, doña Teresa Gil de Vidaure quien cedió la finca de recreo de la que era propietaria, con baños y jardines para la fundación de un monasterio.
Después que Jaime I abandonara a Teresa Gil con la excusa de que esta había contraído la lepra, la reina se retiró al Monasterio de la Zaidia que ella misma había fundado a las afueras de Valencia y donde a la postre fallecería en 1285.
La Zaidia era una casa de campo y zona de recreo del rey musulmán de Valencia Abú Zayd. Sobre esa almunia o palacio de recreo fundó el Monasterio de María Santísima de Gracia o «Santa María de Gratia Dei», que la gente acabó por llamar de la Zaidia por ser ese el nombre que recibía el paraje donde estaba situado, y por ser su dueño el rey musulman Zayd.
No obstante hay varias versiones para explicar la procedencia del vocablo Zaidia. Una de las más habituales es la que nos dice que el rey Lobo de Valencia se enamoró de una musulmana de nombre Zenobia y que de la relación de ambos nació una hija de nombre Zaida, a quien el rey Lobo cedió la almunia o palacio de recreo de su propiedad que estaba situada en el margen izquierdo del río Turia.
Sobre el rey Lobo en primer lugar hay que decir que su nombre verdadero era Muhamad Aben Sad el Gazami Aben Mardenis (Peñiscola 1124-Murcia 1172), conocido simplemente como Aben Sad. Este rey musulmán era llamado por los cristianos En LLop, que castellanizado es don Lope, pues el rey procedía de una familia de mozárabes. Por una mala traducción se castellanizó el nombre Llop como lobo y con ese nombre se ha quedado.
Otra versión nos dice que Zaidia (Zaydia o Saïdia) es una palabra árabe que podría entenderse como barrio, entendiendo como tal un conjunto de edificaciones que forman una unidad común, dispondría de escuela, comercios y mezquita propia.
En el «LLibre del Repartiment» consta que en un primer momento el palacio de Abú Zayd (denominado Saïdia), fue adjudicado al arzobispo de Narbona que además era confesor del rey Jaime I, para más tarde recuperarlo y cedérselo a su tercera esposa Teresa Gil de Vidaure en 1260.
En febrero de 1266 comienzan las obras de adecuación del monasterio. Desde el primer momento el convento se acogió a la orden del Cister, a él se retiraban sólo damas nobles que quisieran profesar y vestir hábito de monja. En el convento habitaban las damas junto con sus sirvientas. La primera abadesa se llamaba Beatriu d’Anglesola y procedía del Real Monasterio de Vallbona de les Monges en Lérida.
En 1708 el rey Felipe V concedió a las monjas del monasterio el privilegio de ostentar el titulo de Ilustrísimas Señoras, por su lealtad a la causa borbónica.
El monasterio medieval fue destruido en 1810 durante la Guerra de la Independencia por los mismos españoles por ordenes del general José Caro, defensor de la ciudad. El fin último era detener el avance de las tropas francesas con el objetivo de evitar que los mismos pudieran hacerse fuertes en el monasterio. Por el mismo motivo y las mismas fechas sería demolido el Palacio del Real de Valencia.
El monasterio medieval puede ser visto en el plano dibujado en 1563 por Wijngaerde. A la vista del plano el convento está formado por la iglesia orientada al este, seis tramos y cinco contrafuertes con cuatro ventanas entre ellos. Cubierta plana y espadaña a los pies. Detrás de la iglesia el claustro a cuyo alrededor giraban las diversas dependencias monacales. También se puede observar la huerta del convento.
Terminada la guerra, las monjas que se encontraban dispersas por distintos lugares volvieron al convento y entre 1816 y 1827 lograron construir un nuevo convento bastante más modesto que el anterior. La desamortización de Mendizábal de 1835 supuso un nuevo golpe para la vida monacal, pero sin embargo el monasterio fue nuevamente reconstruido de nueva planta entre 1876 y 1879, año en que fue inaugurada la iglesia realizada por el arquitecto Joaquín María Calvo. Los arquitectos encargados de las obras del convento fueron Maties Llorens y Joaquín Tomás Sanz pertenecientes a la Real Academia de San Carlos de Valencia. En las obras del monasterio intervinieron muchos artesanos y obreros de limosna, es decir que regalaban su tiempo, su trabajo y sus productos completamente gratis para levantar el monasterio.
La planta de la iglesia era de nave única, con nave de transepto no muy pronunciada pero con un gran crucero. A ambos lados de la nave del transepto disponía de dos altares. La iglesia se cubría con bóveda de cañón sustentada por arcos fajones. Seis capillas laterales comunicadas entre si a cada lado de la nave central. Espadaña a los pies y tejado a doble vertiente. En el crucero, cúpula sobre pechinas pintadas por Antonio Cortina Farinós (* Almassera-Valencia 16-02-1841 † Madrid 06-11-1890). En una capilla se encontraban los restos de los hijos de Teresa Gil (Jaime de Jérica y Pedro de Ayerbe) junto con sus esposas.
En el interior se disponían dos coros y seis tribunas. En el altar mayor el retablo con una imagen de la Virgen de Gracia en el interior de una hornacina. Completaba la decoración del retablo columnas estriadas de orden corintio y diversos grupos de ángeles. La imaginería era obra del escultor nacido en Albaida Damián Pastor.
Los dos coros procedían del Monasterio de Santa María de la Valldigna que en 1835 tuvo que ser abandonado por los monjes tras la Desamortización de Mendizábal.
En la Guerra Civil Española, el convento fue asaltado y las monjas tuvieron que desperdigarse nuevamente, tres de ellas incluso sufrieron varios meses de cárcel. Aunque el monasterio no fue destruido, los daños causados en los bienes muebles fueron inmensos, la sillería de madera de sándalo del coro fue quemada. Terminada la guerra en 1939, las monjas vuelven al monasterio pero en 1957 la riada que asola la ciudad de Valencia causa estragos hasta el punto de hacer imposible la habitabilidad del convento.
En 1962 el monasterio fue demolido nuevamente y esta vez con carácter permanente dado el estado de ruina en que se encontraba. Las monjas que habitaban el monasterio se trasladaron a un nuevo monasterio en 8 de abril de 1965 en la población de Benaguacil donde continua la vida monacal con la misma denominación original de «Gratia Dei».
Teresa Gil fundadora pues del monasterio no quiso ser abadesa, sólo acepto el puesto de portera del monasterio y tal cargo ocupó hasta el momento de su muerte. Teodoro Llorente en 1887, en que visitó el monasterio aún pudo ver un retrato de la fundadora encima del torno de la entrada al monasterio con una inscripción que decía:
La V.Sª.Rª Doña Teresa Gil de Vidaurre, fundadora de este Real Monasterio para señoras nobles que quisieran ser religiosas cistercienses, cuyo monasterio consagró a María Santísima de Gracia y en él que jamás quiso ser abadesa, pero admitió gustosa el empleo de portera, en que murió a 15 de julio de 1285.
A su muerte el cadáver fue enterrado en altar mayor de la iglesia, pero en 1517 una gran riada del Turia obligó a abandonar el convento precipitadamente, cuando regresaron las monjas encontraron que el cuerpo de su fundadora permanecía intacto e incorrupto, por lo que se dispuso un sepulcro en piedra que fue colocado en el lado izquierdo del Altar Mayor. En 1655 el cuerpo fue exhumado de su sepulcro y se comprobó que el mismo seguía incorrupto, por lo se construyó una urna de madera con tapa de cristal. El interior se forró con terciopelo rojo y orlas amarillas. Al cabo del tiempo al cuerpo le faltaba un brazo robado probablemente para ser utilizado como reliquia, tras lo cual el sepulcro fue resguardado detrás una reja de hierro.
Sobre la cubierta del sepulcro se podía leer:
La Venerable Beata y Santa Reina doña Teresa Gil de Vidaurre,
despreciando el mundo fundó este monasterio al que dió
el titulo de Beata María de Gratia Dei, a quien le consagró, y
en él tomó el habito, profesó y vivió santamente entre las
religiosas cistercienses
En 1417 los Reyes Católicos Fernando e Isabel se alojaron en el monasterio durante su estancia en nuestra ciudad. Fue visitado por cuantos reyes y gentes importantes visitaban Valencia y de ello hay constancia escrita.Hasta el siglo XVI las monjas tenían el privilegio de poder salir del convento y poder llegar hasta la orilla del mar, este privilegio desaparecería a petición propia en el momento en que quisieron establecerse como convento de clausura. En 1954 se ponen bajo el amparo de la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia (monjas trapenses), bajo cuya autoridad todavía continúan en su abadía de Benaguacil. «Ordo Cisterciensis Sctrictoris Observatiae» (O.C.S.O.)