La fallera mayor infantil vive un sueño con las acrobacias inspiradas en el cuento de Alicia
El espolín, en tono dulce, con flores atrevidas y vivas, pretendía ser un reflejo de la personalidad de la representante de las Fallas
Clara María Parejo recibió ayer con emoción y lágrimas contenidas la banda que ya le acredita como fallera mayor infantil de Valencia. Con un tiempo más despejado y sin lluvia que el de la noche del viernes, la máxima representante infantil de las Fallas no borró ni un segundo la sonrisa de su rostro angelical y pícaro.
La niña que ha conseguido llevar a su comisión, Zapadores-Vicente Lleó, a lo más alto justo el año en que se celebra el cincuenta aniversario de la falla infantil, lució con gran elegancia el espolín tejido por la firma sedera Vives y Marí en un tono rosa cuarzo. En la tela se adivinaban flores con hasta 37 colores distintos, entre ellos rojo, amarillo, morado o azul. La intención de los indumentaristas era que el espolín recordara a la viva personalidad de la fallera. Desde la firma Vives y Marí explicaron ayer que a la niña, el día de la elección del color, le mostraron hasta 20 tonalidades distintas y ella tenía muy claro, desde un principio, que quería un rosa.
Si bien en la exaltación de Raquel Alario Clara sorprendió con un azul muy dulce y con detalles en las flores en plata con un único moño, en la tarde de ayer el espolín fue el protagonista. La indumentaria se complementaba con unas manteletas de Artesanía Viana hecha artesanalmente, en cadeneta bordada a mano con lentejuelas bañadas en oro.
En su entrada al Palau de la Música estuvo acompañada por el concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset, que cambió la indumentaria del azul de seda salvaje de torrentí a uno de color marrón con chaleco granate y fajín color arena realizado también por Paco Albert. En la entrada del Palau le recibieron el presidente de Les Corts Valencianes, Enric Morera, y la concejala de Cultura, Glòria Tello. El alcalde de Valencia, Joan Ribó, se mostró muy próximo a Clara.
Las doce niñas componentes de la corte portaron el segundo traje oficial, diseñado por la firma sedera Entretelares y confeccionando por Amparo y Paz. La seda de la corte llevaba por nombre ‘Yaiza’ y los colores elegidos para los fondos variaban, desde el azul, el tono alicante, pastís, malva, fresa, crudo y verde turquesa. Todos incluían doce colores y oro volteado en el ornamento. En este segundo traje oficial se apostó por reducir las lentejuelas de los pañuelos y delantales y, además, iban bordadas en hilos de seda sobre tejido de muselina.
Raquel Alario, que ayer estaba de espectadora privilegiada, apostó por una seda tejida a mano por Garín de nombre pinzón, con trama única de metal oro y listados verdes y beiges. Las doce compañeras de la corte mayor asistieron con el segundo traje oficial, con telas de Vives y Marí, que reproducen un dibujo original del siglo XVIII que lleva por nombre ‘Criptana’. La confección de la indumentaria, en este caso, es de Serrano y Navalón.
El padre de Clara Parejo, José, también hizo un guiño a la indumentaria de su hija y complementó el traje chaqueta con una corbata casi a juego con el rosa de su hija, tal como hizo el día anterior Arturo Alario, que la lució en tono granate, como el espolín de la fallera mayor.
El espectáculo de ayer estuvo protagonizado por el club de gimnasia Dinàmic de Mislata, especializado en la gimnasia de alto rendimiento y acrobacia, que se metió al público en el bolsillo con una representación que llevaba por título ‘El sombrerero loco’ y hacía un guiño a ‘Alicia en el País de las Maravillas’. En este caso, Hatta, un sombrerero loco, celebraba su ‘no aniversario’ con infinidad de amigos. La atenta Clara Parejo se mostró ilusionada con el número y aplaudió a los increíbles saltimbanquis y acróbatas que pusieron a prueba sus habilidades.
En el escenario apareció una cama elástica gigante donde los gimnastas desafiaban la gravedad. También hubo un número en el que unos niños vestidos de tigre hacían demostraciones de fuerza y equilibrio. También participó un gimnasta que dejó claro su dominio sobre una gran rueda que tenía forma de reloj, como en Alicia en el País de las Maravillas, y tanto niños como mayores ‘volaban’, e incluso uno de los participantes se convirtió, por un momento, en una cuerda humana sobre la que saltaban el resto de acróbatas.
Durante la imposición de bandas aparecieron en el escenario dos pajes muy especiales. Se trataba de Celia, la hermana pequeña de Clara, que con sólo tres años hizo sonreír al público (llevaba como indumentaria una falda granate tipo damasco y un cuerpo beige con flores pequeñas a conjunto de la falda), y Quicio, su hermano y presidente de falla durante el reinado de Clara en Zapadores.
Los padres de Clara, José Parejo y Mabel Pérez, compartieron la ilusión del momento con su hija. Además, dos primos y dos tías de la niña residentes en Oliva de Mérida (Extremadura), pueblo natal del padre, se desplazaron hasta Valencia para vivir esta experiencia única. «Les encanta descubrir las Fallas. En la Crada también vendrá más familia para seguir el acto», confesó Mabel.
La mantenedora, Teresa Broseta, demostró su feeling con los niños, como buena escritora de literatura infantil. Subió al escenario ataviada con un traje de valenciana a l’antiga, algo que no suele ser muy frecuente en los mantenedores. Comenzó su discurso haciendo referencia a un proverbio africano que dice que ‘hace falta una tribu entera para criar a un niño’ y lo comparó con las Fallas, apuntando que los casales «son verdaderas tribus donde hay transmisión intergeneracional y donde conviven varias generaciones». Luego, planteó una similitud entre las tribus y cada uno de los casales de las componentes de la corte. Recordó que el papel encargado a Clara María Parejo era «ser portadora de la primavera para desterrar el invierno» e hizo un guiño al Patrimonio de la Humanidad.
En el día de ayer acudieron además falleras mayores infantiles de otros ejercicios, como Rocío Pascual, Ariadna Galán, María Donderis, Carla González y Claudia Villodre. Se dejó ver también Vanessa Lerma, fallera mayor de Valencia en 2003. El broche final, antes de visitar la Basílica para entregar los ramos, lo puso la pólvora con el castillo disparado por Nadal-Martí.