En su campaña por identificar criminalidad e inmigración, esta semana Salvini celebró el primer caso en el que los «Carabinieri» tuvieron que utilizar las pistolas paralizantes después de que un joven turco completamente desnudo amenazara a los viandantes por las calles de Florencia. Cuantas más armas, más seguridad es la máxima del líder de la Liga, que ha hecho campaña por facilitar su uso.
Al principio del verano, su partido presentó en el Senado un proyecto de ley para reformar el ordenamiento legal, bautizado con el noble calificativo de «legítima defensa». «Se considera que ha actuado bajo legítima defensa quien cumpla un acto para rechazar la entrada o intrusión con violencia» en una vivienda u oficina, señala el texto. Es decir, permitiría apretar el gatillo en el momento en el que una persona entre a la fuerza en una propiedad privada. El proyecto, que impone revisar el artículo 52 del Código Penal, ampliaría también las penas por allanamiento de morada de los actuales tres a ocho años de prisión en los supuestos más graves.
Es la segunda intentona del partido ultraderechista, que ya propuso una iniciativa idéntica en la pasada legislatura. La diferencia es que ahora está en el Gobierno y junto con el Movimiento 5 Estrellas (M5E) suma mayoría parlamentaria. En el pacto firmado entre ambos, la Liga consiguió incluir este punto. Sin embargo, en este momento sus socios no parecen muy convencidos, teniendo en cuenta que en lo que va de legislatura Salvini ha fagocitado prácticamente todo movimiento de Luigi Di Maio, su compañero de viaje. El ministro de Justicia, Alfonso Bonafede, del M5E, aseguró durante la tramitación: «De ninguna manera se procederá a la liberalización de las armas en Italia».
Según Salvini, el propósito no es ese, sino que los italianos puedan defenderse por sus propios medios. Aunque esta semana el Gobierno italiano ha activado una directiva comunitaria que amplía los modelos que un usuario puede poseer legalmente, como el AK-47, y que reduce los trámites para obtener un permiso. Como ocurre en otros países, para poder portar una pistola en Italia es necesaria una licencia otorgada por la Policía tras haber pasado un examen médico. Se calcula que hay algo más de un millón de armas en el país y que cerca de 2.500 empresas se dedican a su fabricación. La Prensa publicó que el líder de la Liga había redactado la ley de la «legítima defensa» en estrecha colaboración con el principal «lobby» armamentístico italiano, algo que el ministro no desmintió.
Aunque ni siquiera eso le otorga el consenso entre los Clint Eastwood italianos. Maurizio Piccolo, fundador de la Asociación de Utilizadores de las Armas, cree que el proyecto de ley tiene «carencias notables». Según él, que existan restricciones al uso del arma en caso de irrupción en casa ajena –como mantiene la reforma– no es una buena idea. «La legítima defensa debe existir siempre, no solo si el ladrón no desiste de su intento, como forzaron los magistrados a redactar la ley», opina. Su organización no es una gran patronal de las armas, pero defiende orgullosa mantener intacto un estatuto que tiene como objetivo número uno que «las armas no solo puedan estar en manos de quienes lleven uniforme, sino de todos los ciudadanos».
La idea –como casi todo lo que sale de manos de Salvini– no parece gustarle tampoco al presidente de la República, Sergio Mattarella, quien aseguró que «Italia no puede convertirse en el lejano oeste». Las declaraciones se produjeron después de que una niña de trece meses de etnia gitana fuera disparada con balas de fogueo en la espalda. Varios de los ataques contra inmigrantes de este verano se llevaron a cabo con armas de este tipo e incluso con munición real.
La reforma del Código Penal «es una auténtica locura», considera Rosella Miccio, presidenta de la división italiana de la ONG Emergency, fundada para dotar de asistencia médica a víctimas de las guerras. Según Miccio, «en lugar de potenciar las estructuras del Estado, pretenden que sean los individuos quienes asuman la responsabilidad». «Ésa no es la defensa del Estado que promulgan», asegura.
Una encuesta de la empresa de estudios Censis señala que, como ha ocurrido con la popularidad de la Liga, el número de italianos favorables a poder tener una pistola ha crecido un 14% durante el último año. El porcentaje alcanzaría el 39% de la población, el 51% entre los sectores menos instruidos. El «efecto Salvini» también se nota aquí. El resto de partidos de la derecha también son partidarios de facilitar el uso de armas, pero a su manera. Forza Italia de Silvio Berlusconi y los ultraderechistas Hermanos de Italia han presentado sus propias propuestas de reforma de ley en el Parlamento.
Se estima que cerca del 40% de las armas cortas que hay en circulación por el mundo y un 70% en la Unión Europea proceden de Gardone Val Trompia, un pequeño pueblo italiano de la provincia de Brescia en el que viven poco más de 10.000 habitantes. No se trata de ninguna estrategia empresarial de nuevo cuño, pues la principal fábrica es la casa Beretta, fundada en allá por el siglo XVI. De aquí han salido pistolas para reyes, dictadores y producciones cinematográficas. Italia, sin embargo, solo exporta el 2,5% del total de las armas en el mundo, por detrás de España, según datos del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI, en sus siglas en inglés).
Pistolas láser para los «Carabinieri»
Las pistolas láser de tipo «táser» como las que porta la Policía italiana en doce ciudades sirven para paralizar a los sospechosos con descargas eléctricas que imitan las señales nerviosas confundiendo a los músculos, sobre todo de brazos y piernas. La «táser» dispara dos electrodos en forma de arpones, que se clavan en el objetivo y transmiten la descarga inmovilizadora. Su duración es de unos cinco segundos y no es letal.
Fuente: La Razón