El libro de Pedro Sánchez relata, desde su propia experiencia, su ascenso a la Secretaría General del PSOE, la caída fruto de la revuelta de la vieja guardia socialista, su victoria en las primarias y el camino hasta La Moncloa. En la obra es crucial el repaso de su relación con los líderes de otros partidos. Porque todos los protagonistas políticos de los últimos años desfilan por «Manual de Resistencia» (Península-Grupo Planeta), pero es llamativo el apartado que el presidente del Gobierno dedica a Albert Rivera, con quien protagonizó el llamado «pacto del abrazo» tras las elecciones de diciembre de 2015.
De esa época recuerda la relación fluida que tuvo en un primer momento con el líder de Ciudadanos, cuando llegaron a pactar aquella investidura que resultó fallida. Sin embargo, al inicio del libro ya define a Rivera como una persona «no fiable» cuando lamenta su posición actual, que considera más a la derecha, y le acusa de «intoxicar» a los medios en los días previos a la moción de censura que no quiso apoyar.
Sánchez abunda en los antecedentes de la moción y las dudas que le rondaron cuando contactó con los representantes de otros partidos para pulsar el apoyo que tendría su decisión de intentar derribar al Ejecutivo de Mariano Rajoy. En este punto se refiere a Rivera como alguien dedicado a la intoxicación, en quien no se puede confiar, y que buscó su interés personal en detrimento del general.
Explica el presidente que el líder de Ciudadanos «se negó» a hablar con él y derivó el contacto hacia los número dos de ambas formaciones: José Manuel Villegas y José Luis Ábalos. Y le reprocha que «ese mismo día» el líder naranja empezara su relato de que era Sánchez quien no le había llamado porque su pretensión era «pactar con los independentistas y romper España». «Intoxicación pura y dura», afirma el presidente. «Después de haberse negado a verse conmigo, me acusa de no haberle llamado: el tipo de comportamiento que convierte a las personas en no fiables», dice el texto, al que ha dado «forma literaria» Irene Lozano. Según Pedro Sánchez, «lo que ellos querían era el “cuanto peor, mejor” y, paradojas de la vida, en eso coincidían con Puigdemont».
En el libro –de 320 páginas–Sánchez insiste en que Ciudadanos es un partido pequeño que no puede manejar las crisis, y contrapone este talante de Albert Rivera con el PNV, al que el presidente español considera «un partido serio» que tiene «sus ritmos».
De Pablo Iglesias reconoce su mala relación al principio, cuando no consiguieron «superar la barrera de la desconfianza», y lamenta que Podemos no quisiese apoyarle. No se olvida Pedro Sánchez de su predecesor, Mariano Rajoy, con quien acabó teniendo una buena relación.
En clave interna, confiesa que se sentía un «intruso» entre los barones socialistas. Entre otras cuestiones, el presidente plantea una reforma de la Constitución para «recomponer el consenso perdido» y «poner orden». Se extiende especialmente en la crisis de Cataluña y destaca la «oposición de Estado» que considera ejerció el PSOE apoyando a Rajoy, tanto en el rechazo a la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 como en la aplicación del 155. De hecho, y tras señalar que el PP tiene que aprender de esa oposición advierte: «El 1-O podíamos haber hecho que cayera un Gobierno y no lo hicimos». De Iglesias asegura que no fue consciente de lo que se jugaba España con el 1-O.
Sánchez afirma que ha establecido una «relación de complicidad» con Felipe VI que comenzó a raíz de la decisión de Rajoy de no aceptar la propuesta del Rey de presentarse a la investidura.
Fuente: La Razón