Se inicia la construcción de la Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados.

Tal día como hoy del año 1652, comenzó “oficialmente” la construcción de la Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados.

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La primera vez que se cita una actuación arquitectónica de la futura basílica, se refiere a la apertura de las zanjas de ese rectángulo aunque no se hace referencia a ninguna traza de edificio concreto.

La referencia más antigua, debida a José Vicente del Olmo, secretario del Santo Oficio de la Inquisición, en su obra “Lithología o explicación de las piedras y otras Antigüedades” nos dice: “…empezaron a abrirse las çanjas para los fundamentos de la capilla el día 9 de abril de 1652 y a causa de la poca seguridad del terreno fue necesario profundizar hasta los 16 palmos encontrándose con este motivo varios restos arqueológicos dignos del mayor aprecio…”

De todos los historiadores que repiten los datos originarios de las zanjas conviene recoger lo que apunta Francisco de la Torre en 1667: “…se dio principio a abrir los cimientos bajo la forma oval, pensamiento del Sr. Conde de Oropesa que instruyó al maestro que la ejecutó y fue aplaudido por los más inteligentes artífices y por último aprobado por S. M. después de consultado su Maestro Mayor de Obras”
el protagonismo del conde de Oropesa como posible inspirador del proyecto, D. Eduardo Fernando Álvarez de Toledo, conde de Oropesa, virrey de Valencia y de Navarra desde el 5 de diciembre de 1645 hasta el 17 de agosto de 1650.

No resulta extraña su intervención en un tema de tal importancia ciudadana y del Reino todo (como era la de la elección del proyecto de la capilla) pues en la financiación entraron en juego la Cofradía, el cabildo de la catedral, la ciudad y autoridades superiores eclesiásticas y civiles, quienes tuvieron que ponerse de acuerdo para adquirir las casas del arcediano, que por fin se derribaron en la primavera de 1652, colocando la primera piedra el arzobispo Pedro de Urbina el 15 de junio del mismo año. El propio arzobispo Pedro de Urbina donó mil ducados para las obras.

Tanto el conde de Oropesa como el arzobispo Pedro de Urbina (éste último actuó como virrey desde el 17 de agosto de 1650 hasta el 17 de agosto de 1652, sucediendo a Oropesa), procuraron atraer el favor real hacia la ciudad y el Reino a través de la capilla, dando al pueblo la imagen de una obra regia al consultar al maestro mayor de Felipe IV, en aquel entonces el conquense Juan Gómez de Mora.

Duarte Fernando Álvarez de Toledo Portugal fue un noble, militar y hombre de estado, Grande de España, VII conde de Oropesa (Toledo), VI conde de Deleytosa, III marqués de Frechilla y Villarramiel, III marqués de Jarandilla, caballero de la orden de Alcántara, virrey de Navarra, de Valencia, de Cerdeña, presidente del consejo de Órdenes y del consejo de Italia y embajador en Roma.

Pedro de Urbina y Montoya nació en la población alavesa de Berantevilla el 12 de agosto de 1585.

Estudió gramática y humanidades en Toledo y Artes y Teológia en Alcalá de Henares. Se doctoró en Teología por la Universidad de Sevilla.

En 1644 fue elegido obispo de Coria y ocupando tal cargo, en 1649, el rey Felipe IV le nombró arzobispo de Valencia. Ocupó el cargo de la diócesis entre 1649 y 1658. En 1652 es nombrado virrey y Capitán General de Valencia.

El 29 de mayo de 1658 fue nombrado arzobispo de Sevilla, y allí murió el 6 de febrero de 1663.

En las imágenes vemos plano de la Basílica; óleo de Fray Pedro de Urbina, siendo arzobispo de Sevilla; óleo sobre lienzo de Bartolomé Esteban Murillo (Colección de la Fundación Cajasol); grabado de Duarte Fernando Álvarez de Toledo Portugal; curiosa fotografía de la fachada de la Basílica con la plaza en obras (1900) y plaza de la Virgen en la actualidad.

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