Soraya, ¿fichaje del Ibex o cartel electoral?

Soraya ha perdido, es evidente. «Pero qué fácil es ahora decir de ella lo que hace unos días ni se atrevían». Es el lamento de una persona muy próxima a la ex vicepresidenta, antaño superpoderosa, temida, y tras el Congreso del PP derrotada. Horas después del resultado, en el clan de los «sorayos» están abatidos, pero sobre todo sorprendidos. «Nos han engañado», admiten sin tapujos ante una cruda realidad: muchos compromisarios mintieron, unos por temor, otros por garantizarse un puesto en el futuro, y la mayoría por un voto de castigo. «Le han dado el palo a Mariano en la espalda de Soraya». La candidata del abanico, la dama que acumuló el mayor poder en España, se ha portado «como una campeona», dicen los suyos. Encajó la derrota con señorío y, antes de abandonar el hotel madrileño del cónclave, les lanzo un mensaje: «Lucharé por vosotros». Acto seguido, se refugió en su familia y ha pasado el fin de semana con el teléfono casi inactivo. Tan solo algunos de los más allegados como su inseparable María González Pico, o quien ha sido su sombra en estos años, José Luis Ayllón, hablaron con ella. Se verá con Pablo Casado el miércoles y escuchará sus planes. En su entorno hay división de opiniones entre quienes piensan que podría dejar la política. Según estas fuentes, Soraya sería «un magnífico fichaje del Ibex», si finalmente decide aceptar alguna jugosa oferta que le han trasladado un alto directivo financiero y otra gran empresa del país.

Aunque ella no ha desvelado aún sus intenciones hasta hablar con el presidente del PP, nadie tiene claro si podría ser un nuevo cartel electoral, caso del Ayuntamiento de Madrid, o portavoz en el Congreso, cargo que ya desempeñó en la oposición. «No la veo tras esta derrota pateando los barrios de Madrid», opinan algunos. «Si venciera, sería la pera como alcaldesa», vaticinan otros. En las últimas horas cobra fuerza la idea de un cargo de nueva creación, similar a una coordinadora general con mando en plaza territorial, pero ello acarrea fricciones con quien vaya a desempeñar la Secretaría General que, según todas las fuentes, estará en manos de una mujer. También está muy claro el poder del llamado triunvirato catalán, que Pablo Casado va a encomendar a Dolors Montserrat, Andrea Levy y el diputado por Tarragona, Alejandro Fernández, muy combativo en el Parlament contra el nacionalismo y muy en alza en el organigrama que perfila Casado.

Entre los «sorayos», el futuro está diverso y confuso. Al margen de lo que ella decida, tendrá un buen encaje Fátima Báñez, una mujer respetada en el partido, pero no así otros ex ministros como Cristóbal Montoro o Álvaro Nadal, ambos muy rechazados por la actual dirección del PP. «Los dos han pisado muchos callos», sentencian los «pablistas» ante dos hombres de carácter soberbio y altivo que fueron enormemente contestados en su gestión, sobre todo en Andalucia, por su política fiscal y energética. El ex ministro de Hacienda ha pasado el fin de semana en su casa de Guadarrama, en la sierra madrileña, y a Nadal se le vio en el aeropuerto de Barajas rumbo a una capital europea. Ambos podrían pasar a la vida privada, mientras se dan por amortizados a dos históricos, Javier Arenas y Celia Villalobos. En cuanto a Íñigo de la Serna, se le considera un híbrido que, si él así lo quiere, tendría acomodo en alguna lista regional para las elecciones del próximo mes de mayo. Puestos a cubrir, hay de sobra entre autonómicas, municipales y europeas.

Desde que llegó a la Vicepresidencia del Gobierno, Santamaría acumuló el mayor poder en España. Esta mujer menuda, muy inquieta, se ganó desde el primer momento la confianza de su jefe. Madrugadora, más alondra que buho, arrastra un sueño atrasado de estos días agotadores con un fuerte insomnio que intentó combatir con algunos libros. Entre ellos «Un lugar sin nombre», de José María Merino, y «La simiente enterrada», de Antonio Colinas. Todo lo ha hecho muy deprisa y quiere escuchar a Casado antes de adoptar cualquier decisión. Santamaría, la siempre vencedora, la gran apuesta de una nueva etapa, se quedó por el momento en el camino. Y los suyos, frente a tanto mensaje de coser heridas, definen ahora su situación con el título de María Dueñas: «Estamos con el tiempo entre costuras». A verlas venir, no se fían de que algún modisto, por lo bajines, ponga trabas entre el hilo y la aguja.

Fuente: La Razón

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