Las «tres sopranos» del Gobierno, las ministras Calviño (Economía), Montero (Hacienda) y Celaá (Portavoz), repitieron ayer su actuación del 15 de octubre, cuando anunciaron el Plan Presupuestario para 2019, resultado del pacto alcanzado con Podemos. El Gobierno, con mínimos retoques, convirtió también ayer ese plan en proyecto de Presupuestos que presentará el lunes en el Congreso. Luego necesitará apoyos para tramitarlos y más tarde para aprobarlos. Todo depende de los independentistas catalanes.
Las cuentas esbozadas –los detalles, el día 14– por Calviño y Montero, introducidas por Celaá, llegan sobre todo con mensajes políticos, diseñados con objetivos electorales. «Son unos Presupuestos para huir de un pasado de blanco y negro», dijo Celaá, en referencia explícita a la irrupción de Vox y al pacto de Gobierno en Andalucía. «Amparan el diseño constitucional y se apartan del centralismo predemocrático», insistió la portavoz que, sin duda, se enredó al explicar que «pretenden redistribuir para crecer y crecer para redistribuir».
Los mensajes económicos quedaron para Calviño y Montero y tenían dos destinatarios: por una parte, la Comisión Europea y los mercados. Por otra, la posible clientela electoral socialista. A los primeros les explicaron que el Gobierno ha elaborado los Presupuestos con un criterio de «prudencia», que trabajará para conseguir la «consolidación fiscal» –reducción del déficit– y que respetará las indicaciones y criterios de estabilidad de la Unión Europea. A los posibles votantes les prometieron más gasto social, mas redistribución de la riqueza, combatir la desigualdad y recuperar la fortaleza de la clase media. Y también que todo eso lo pagarán con impuestos las grandes empresas y los más ricos, «el 0,1% de la población», como se preocupó de enfatizar la ministra María Jesús Montero, mientras hablaba de una fiscalidad justa y progresiva, «la fiscalidad del siglo XXI». Todo un programa electoral en unas pinceladas.
El proyecto de Presupuestos aprobado por el Gobierno se resume en más ingresos, más impuestos y más gastos. Prevé un récord de ingresos de 227.356 millones de euros, un 8,3% más que el año anterior. Espera obternerlos por el aumento de la actividad económica, pero sobre todo gracias a una masiva subida impositiva, que incluye nuevas figuras tributarias, alguna de las cuales las aprobará el Consejo de Ministros la semana que viene. Subirá el impuesto de Sociedades, sobre todo para las grandes empresas –las que facturan más de 20 millones de euros–, que tendrán un tipo mínimo del 15%, que será del 18% para los bancos y las empresas de hidrocarburos, y además verán reducidas las exenciones fiscales.
Fuente: La Razón