Cuando nadie creía que era posible que Pablo Casado se alzara con la victoria en las primarias del PP, allí estaba él, Teodoro García Egea, siempre a la sombra del ahora líder de los populares, primero en el Congreso y después como director de su campaña, empujando para hacer posible lo que se veía increíble.
Detrás del nuevo líder había un grupo de gente que aspiraba y aspira hoy a aglutinar todo lo que hay a la derecha del PSOE y revitalizar el PP, y una pieza fundamental en ese equipo ha sido el diputado murciano que desde hoy ocupará la secretaria general del partido.
«Como no sabían que era imposible, lo consiguieron» fue la frase con la que García Egea celebró en las redes sociales el pasado sábado la victoria de Pablo Casado.
Dicen sus cercanos que ha sido el cerebro y el alma del equipo que ha logrado derrotar a Soraya Sáenz de Santamaría y con ello al marianismo, y lo ha hecho siempre con una sonrisa por delante y transmitiendo optimismo, también en su trato cercano y afable con los medios de comunicación.
Y es que, la política ofrece ocasiones casi insospechadas. Seguramente es lo que ha sucedido con Teodoro García Egea, un apasionado de la vida pública, de las nuevas tecnologías y de su Cieza natal. A estas alturas todos en el PP conocen ya su gran amistad con Pablo Casado, que viene desde hace años: «Viví a su lado el nacimiento prematuro de su hijo, vi cómo dormía en el hospital y luego venía al Congreso para cumplir con sus obligaciones. Tiene capacidades de ser humano excepcional», confiesa con admiración el exitoso jefe de la campaña del nuevo líder popular.
«El hombre pegado a un móvil» –así se le ha definido– apostó por Casado como el futuro del partido mucho antes de la moción de censura que descabalgó a Mariano Rajoy de la presidencia del Gobierno. «Creo en la persona y creo en Pablo, y solamente me implico en proyectos que me apasionan», afirma.
García Egea pertenece a ese puñado de jóvenes políticos, la mayoría nacidos en los 80, a quienes invitaba discretamente el diputado canario Guillermo Mariscal en el restaurante asturiano El Luarqués, cercano al Congreso de los Diputados, para analizar la situación. A menudo eran críticos con el coto, entonces vetado, de sus mayores en el poder.
La mayor parte, empezando por el mismo Casado, han tenido entre sus referencias en la sombra a Carlos Aragonés, hombre de gran formación y todopoderoso jefe de los fontaneros de La Moncloa durante los años de Gobierno de José María Aznar. Aragonés ha sido, durante esta campaña interna por la sucesión de Rajoy, una «fuente de ideas» para el ya presidente del Partido Popular. A ellos se fue sumando una larga lista: Ana Camíns, Pablo Hispán, Isabel Borrego, Ignacio Cosidó, Antonio González Terol, Ángel Carromero, Ana Collado, David Erguido, Rafa Rubio, Isabel Díaz Ayuso, José Antonio Sánchez y otros jóvenes procedentes en buena medida de Nuevas Generaciones y cargados de ilusión, llamados a asumir deberes en la nueva etapa.
Cualquiera de ellos con quien hables destaca la talla política que Teodoro García Egea ha demostrado para resistir las embestidas a las que les ha sometido un equipo de «sorayos» muy compacto y conjuntado durante muchos años de trabajo en La Moncloa. «Imponía, cómo no, tener enfrente a toda la maquinaria monclovita», manifiestan. El sábado, tras el triunfo de Casado, el primer mensaje de Teodoro García Egea vía Twitter, acompañando una foto de algunos colaboradores, fue significativo: «Como no sabían que era imposible, lo consiguieron», trinó el diputado murciano.
García Egea siempre tuvo claro que Pablo Casado era la persona adecuada para capitalizar la ilusión del partido y abrir otra página en la organización. «Siete horas después de anunciar Pablo que se presentaba ya teníamos 750 voluntarios para trabajar en su campaña, dos días después eran 2500. Fue una locura y Teo ha sido capaz de dar sentido a toda esa ilusión», me apunta un pablista.
Lleno de energía, fajado –al igual que su jefe y amigo– en tertulias de televisión «nada amables» como La Sexta Noche, el hasta ahora jefe de campaña, ingeniero de telecomunicaciones de profesión, también ha sabido tejer, al lado de Javier Maroto (otra de las piezas fundamentales del éxito), las alianzas territoriales necesarias hasta llegar a la decisiva votación del XIX Congreso.
Fuente: La Razón