No es la primera vez que el nombre de Estrasburgo aparece ligado a la presencia de yihadistas sobre territorio francés. La capital alsaciana y su región han sido cultivo y refugio de hombres y mujeres que han alimentado las filas de Daesh (el Estado Islámico) en Siria e Irak, o que han pasado a la accción directamente en Francia. Por eso, una vez «neutralizado» Chérif Chekatt, el autor material del atentado del martes en el centro de Estrasburgo, la Policía busca «identificar eventuales cómplices», como precisó el fiscal de la República, Rémy Heitz. De las siete personas detenidas hasta ahora, tres fueron puestas ayer en libertad, los padres y uno de los hermanos del presunto terrorista, pero la investigación continúa.
El perfil de Chekatt es el de un delincuente reincidente y violento. Su nombre estaba inscrito en el Fichero de Señalización para la Prevención de la Radicalización de Carácter Terrorista (FSPRT), igual que dos de sus hermanos. En Estrasburgo, la filial yihadista es antigua. Muchos de los primeros en partir a combatir a Siria a partir de 2012, proceden de esta región. Según Hugo Micheron, especialista en yihadismo, «son familias enteras que se van, desde los abuelos a los nietos pasando por jóvenes adultos», y se distinguen a menudo «por su violencia», como Mohamed-Aggad, uno de los kamikazes de la sala Bataclan, que se fue a luchar a Siria en diciembre de 2013 junto a su hermano y un nutrido grupo de amigos reclutados por Mourad Fares.
En el año 2000, una célula de Al Qaeda instalada en Alemania había proyectado atentar contra la catedral de Estrasburgo, junto al mercado de Navidad. La colaboración de las policías británica, alemana y francesa, puso freno a sus intenciones. Uno de los miembros de la célula, Mohamed Bensakhiria, logró escapar y durante tres días se escondió con la ayuda de un cómplice en el barrio de Hautepierre de Estrasburgo, antes de huir a España, donde fue detenido y extraditado.
En octubre de 2012, la Policía antiterrorista abatió al joven islamista Jérémie Louis-Sidney, instalado en Estrasburgo. Era uno de los cerebros del ataque con granada llevado a cabo en un comercio kosher de Sarcelles. La investigación puso de relieve la existencia de una célula compuesta por musulmanes radicalizados, la mayor parte de ellos, al igual que Louis-Sidney, conversos.
Las investigaciones sobre los atentados de París de noviembre de 2015, revelaron que uno de los terroristas de Bataclan era oriundo de Wissembourg, a 50 kilómetros de Estrasburgo. Foued Mohamed-Aggad, de 23 años, junto a Ismaël Omar Mostefaï y Samy Amimour, mataron a 90 personas en la sala de conciertos. Eran los que más experiencia tenían en manejo de armas, pues habían pasado una temporada luchando en Siria antes de perpetrar el atentado.
Año y medio más tarde, en París, fueron juzgados siete hombres de la región alsaciana, entre ellos el hermano de Mohamed Aggad. Todos ellos fueron condenados a penas de entre seis y nueve años de prisión. En octubre de 2014, la Policía de Estrasburgo realizó un control policial banal en un parque donde un grupo de personas «barbudos con chilaba», se entrenaban practicando técnicas de auto defensa con armas ficticias. El «coach», Farid Boukhouch, trató a los policías de «infieles» mientras sus amigos lanzaban «Alá es grande». Esta misma persona apareció unas semanas más tarde entrenando a otros jóvenes franceses en un parque de París. En el juicio posterior fueron acusados de reclutar y entrenar a voluntarios para sumarse al Estado Islámico en Siria.
El 12 de mayo de 2018, otro hombre residente de Estrasburgo y de origen checheno sembró el terror en el barrio de la Ópera en París. Khamzat Azimov, de 20 años, mató a cuchillazos a una persona e hirió a otras cuatro.
El diario de la región, «Dernières Nouvelles d’Alsace», ha hecho recientemente un recuento de la «galaxia yihadista» identificada en la zona ,y ha detectado 36 miembros procedentes de distintas localidades del Bas-Rhin, principalmente Estrasburgo (23 personas), pero también de Lingolsheim, Schiltigheim, Entzheim y Wissembourg, todas ellas identificadas por su actividad terrorista o sus deseos de viajar a Siria para participar en la yihad. Son 33 hombres y tres mujeres, organizados en torno a células o actuando de forma aislada. Siete de cada diez han logrado ir a Siria, y la mitad de ellos ha muerto o a desaparecido. Entre ellos no se encontraba Chérif Chekatt.
Fuente: La Razón