La llamada caravana de inmigrantes, que cruza Centroamérica y luego México para pedir asilo político en EEUU, parece una plegaria atendida del presidente Donald Trump. Nada podría galvanizar mejor a sus votantes que la visión pesadillesca de un ejército de parias que avanza campo a través y avasalla los muros fronterizos para robarle el pan a sus hijos. De momento el grueso de los inmigrantes ilegales permanece en un tapón del río Suchiate, en la ciudad de Tecún Umán, frontera entre Guatemala y México. Desde allí llegan imágenes tan patéticas como la de Rosalín Guillermo, madre de tres niños, que según cuenta CNN dio la vuelta y regresó a suelo guatemalteco, luego de ser una de las pocas inmigrantes que había pasado a México con la aquiescencia de las autoridades. En los incidentes con los antidisturbios una de sus hijas había quedado aislada al otro lado y Rosalín regresó en su busca. Preguntada sobre si no estaban usando a los niños como escudos, respondió a los reporteros que los niños no pueden quedarse atrás, necesitan a sus padres, necesitan sustento e ir a la escuela. «Acaso su madre no habría hecho lo mismo por ti», le comenta a Bill Wier. No cabe duda que los inmigrantes han irrumpido de forma tajante en campaña. Desde luego Trump lo tiene claro: «¡Cada vez que vean una caravana, a personas que vienen intentan ingresar ilegalmente en nuestro país, piensen y culpen a los demócratas por no darnos los votos para cambiar nuestras patéticas leyes de inmigración! ¡Recuerden las elecciones legislativas!»

Fuente: La Razón