Tal día como hoy del año 1865 el Capitán General Garret, aceptó que se comenzara el derrumbe de las murallas de Valencia, desde el ángulo del cuartel de Santo Domingo en dirección al puente de la Trinidad, con motivo de que el Consistorio pudiera dar trabajo a los 400 operarios procedentes del arte de la seda, profesión que estaba arruinada en los últimos tiempos.
La seda es el hilo que segregan los gusanos de la especie Bombix Mori para hacer sus capullos; se conoce y trabaja desde hace 5000 años. Los chinos descubrieron el arte del procesado de estas fibras, y durante tres milenios mantuvieron el secreto para ellos, exportando únicamente las telas ya confeccionadas. Tenía un precio tan alto, que se llegaba a utilizar como sustituto del oro en las transacciones comerciales.
La gran expansión de esta industria llegó de la mano del Islam, cuando conquistó Persia en el siglo VII y adquirió así los conocimientos necesarios para producir y trabajar la seda. Tras su rápida conquista del centro y sur del Mediterráneo, ya en el siglo X se conocen industrias de cierta importancia en la Península Ibérica (destacaron Toledo, Granada y Valencia) y Sicilia.
Es difícil de imaginar hoy, que hubo un tiempo en que la ciudad de Valencia se hallaba surcada y rodeada por un mar de miles y miles de moreras, y no de naranjos.
Se producían tejidos de seda y derivados como el terciopelo (vellut), concentrándose los talleres de los artesanos en el barrio que los valencianos aún llamamos de Velluters. Más de un tercio de los habitantes de la ciudad y sus alrededores vivía directamente o en parte de la seda.
Los campesinos recogían las hojas de las moreras para alimentar a los gusanos que criaban en sus casas. Los capullos eran escaldados y posteriormente se producía el hilado de las fibras. Los artesanos tintaban los hilos y tejían las telas, y los comerciantes se encargaban de que llegaran a los lugares más importantes de Europa y América. Y por supuesto, vestir de seda era signo de riqueza, por lo que en Valencia había sastres que surtían el ropero de las clases más adineradas.
Valencia era seda.
En 1474 se creó el Gremi de Velluters de la ciudad, que agrupa a los sederos y terciopeleros, ejerciendo una labor de gerencia, mediación y control de la industria, ganando con los años un gran nombre y prestigio internacionales, al mismo nivel que crecía la fama y calidad de las telas de seda valencianas. La Lonja de comercio pasó a conocerse como Lonja de la Seda, como muestra de la importancia económica que alcanzó esta manufactura.
En 1686 el rey Carlos II concede un privilegio real y el antiguo gremio pasa a convertirse en el Colegio del Arte Mayor de la Seda. Durante el siglo XVI y el siguiente se vive el mayor esplendor de la industria sedera valenciana, nutriendo a la Corte y a las clases privilegiadas de España y Europa, y exportando parte de la producción también a América. A finales del siglo XVIII se censan en la ciudad cerca de 3800 telares y de 25000 personas dedicadas a la seda.
De este periodo son las telas más elaboradas, coloridas y complejas que con flores, volutas y otros motivos se pueden ver en las vestimentas de gala tradicionales de los valencianos y valencianas.
El siglo XIX marca una etapa de crisis general: guerras, revoluciones, destrucción… Los campos son arrasados, mueren gran cantidad de agricultores, artesanos y comerciantes. El empobrecimiento de la sociedad es generalizado, incluso en las clases altas, y esto conlleva un descenso de la demanda de seda. Si a esto le sumamos una importante epidemia europea de pebrina (un parásito que mata al gusano) a mediados de siglo, y que llegó a investigar el mismo Louis Pasteur, entenderemos el hundimiento de una industria que, hasta entonces, había sido tan estable y potente.
Valencia se llena de antiguos trabajadores de la seda arruinados que vagabundean por sus calles. Los gobiernos intentan paliar esta falta de trabajo mediante obras públicas que den empleo a estas masas y en la ciudad se decide aprovechar para derribar la muralla medieval.
En las imágenes se pueden ver los gusanos productores de seda, escaldamiento de los capullos, las telas de seda ya confeccionadas y un grabado de la época con el derrumbe de las murallas.