
Los vecinos reclaman más patrullas policiales para frenar el tráfico de drogas al menudeo y la prostitución callejera en el centro histórico.
Una rata cruza por delante del viandante nada más entrar en el jardín de la plaza Juan de Vilarrasa, como si se tratase de un mal presagio. Es el recibimiento en una de las escasas zonas verdes del barrio de Velluters, donde sólo hay un niño en la zona de juegos infantiles, acompañado por su madre. En el resto de los parroquianos que descansan en los bancos predominan los indigentes y otros que se dedican a vaciar poco a poco envases de cartón de vino barato. A media mañana, un grupo de agentes de la Policía Nacional llega para las identificaciones habituales.
Esa imagen se reproduce en todos los parques del barrio, comentó ayer la secretaria de la asociación de vecinos El Palleter, María José Volta, quien reclamó más presión policial para atajar este problema. «Es lo mismo en el jardín de la calle Hospital por las noches, y en el situado en Guillem Sorolla a plena luz del día», enumeró.
En el caso de Juan de Vilarrasa hay más elementos que contribuyen a la degradación de la zona verde. Dos de las cuatro fuentes carecen totalmente o en parte de la verja que rodea la lámina de agua. «Están así desde hace meses», comentó uno de los residentes de la zona. Los tramos que quedan en pie presentan signos evidentes de pudrición.
Volta señaló que dentro de unos días «cambiarán esas piezas y pondrán unas nuevas, por lo que nos han indicado». Mientras, los estanques siguen sirviendo a los indigentes para lavar su ropa, algo que impide «considerar este jardín y los otros como normales. Yo no llevaría allí a un niño por miedo a que se infecte con algo», afirmó.
La plaza Juan de Vilarrasa cuenta además con una especie de mercadillo que reúne a decenas de personas. Intercambian productos de dudosa procedencia y pasan la mañana hasta que llega la policía y empieza con las identificaciones. Antes se solía poner un coche de manera permanente, aunque ayer no había y poco a poco fueron llegando hasta la verja del parque.
Volta afirmó que los problemas del barrio, prostitución callejera, tráfico de drogas al menudeo y los derivados por la concentración de indigentes son las verdaderas carencias de Velluters. «Ahí es donde debe entrar el Ayuntamiento, que hace poco para resolverlo», señaló.
Citó como ejemplo lo que ocurre en la zona peatonal de una promoción de viviendas municipales de la calle Guillem Sorolla. «Llegan en coche, aparcan y se van a la calle Viana, que está al lado, con las prostitutas», dijo la dirigente vecinal, para pedir que se refuercen las patrullas de la Policía Local en la zona.
En cuanto al jardín de la calle Hospital, es el más grande del barrio. Diseñado por el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra, el Consistorio ha tenido que realizar varias intervenciones para ofrecer albergues a indigentes, que acampan con frecuencia en una construcción de ladrillo que rememora la planta de una antigua capilla aparecida durante las obras de esta zona verde.